top of page

Publicaciones Impresas

mauro_2.png

Maseual oitli

Por: Mauricio González González

La comunidad que evocaremos y a la que invitamos a recorrer es una ampliada, donde la milpa de hombres y mujeres se abre paso prolífica, generosa, en una región que hierve plural, multiple: la Huasteca Meridional. Milpa y gente, flor y fiesta, pares que se entrelazan, mezclan y danzan en el flujo de un devenir pueblo, campesino indígena, uno que ya sabíamos Maseual. El camino del que hacemos rastro aspira a subrayar la diferencia que impone la experiencia de quienes históricamente han dado color y tono a un territorio que hoy se erige diverso. 

Aspiramos a hacer un modesto esfuerzo por mostrar la pródiga producción de mundos que no soslaya el peso y la memoria histórica de los pueblos huasteco, una que no cesa de inscribirse bajo alteridad.

El pensar sobre la alteridad involucra una toma de posición, un llamado a la responsabilidad ante el otro que nos constituye, el prójimo, un reclamo que se traduce en exigencia política.

El recorrido al que damos inicio intenta mostrar que ese espacio no es una abstracción que puede manipularse bajo coordenadas económicas, sino un lugar en el que la vida se desborda, territorio configurado por manos indianas que a su paso rubricaron surcos donde prolifera comunidad al calor de la multiplicidad en acto

La personalidad

Una perspectiva psicoanalítica

Virginia Hernández Ricárdez

Escribir un libro de psicoanálisis para jóvenes lectores es además de un reto, una aventura. Es el intento de pensar y explicar la personalidad desde una lógica diferente a la de la psicología tradicional.

     Es el fruto de una pasión que no se extingue y que por supuesto no agota el tema de la personalidad, ni muchas problemáticas. Es sólo una tentativa, en ocasiones fallida, de explicar lo que por momentos nos resulta tan difícil de entender; por qué somos como somos…

     La intención es generar un libro de apoyo que sea una guía para profesores y alumnos, además de una invitación al estudio del pensamiento propuesto por Sigmund Freud.

     Tratando de llevar las complejas proposiciones del psicoanálisis a un lenguaje entendible para legos, sin caer en lugares comunes y pedestres que lo empobrezcan.

Mujeres profanas

Historia del psicoanálisis infantil

Virginia Hernández Ricárdez

Desde sus comienzos el psicoanálisis de niños ha estado marcado como diferente. Lleva desde sus orígenes ciertos rubros que lo convirtieron en una “especialidad” y desde entonces ha luchado en la defensa del carácter analítico de su práctica, pero, sobre todo, trata de mostrar que no hay diferencias esenciales entre el psicoanálisis de niños  y el de adultos. Una demanda de legitimidad que insiste el día de hoy y que remite esta práctica con niños al discurso que le antecede.

     En la actualidad existen muchas obras dedicadas a la historia del psicoanálisis, algunos trabajos llaman más al escándalo que a la reflexión, en ellos se percibe una cierta descalificación e insidia hacia la labor de quienes se atrevieron a investigar en el nuevo campo que ofreció el análisis infantil. Lo cierto es que quienes, de forma temeraria, han incursionado en esa práctica, siguen formulando preguntas sobre lo que implica el trabajo con niños.

     Mujeres profanas. Historia del psicoanálisis infantil, es un reconocimiento a Anna Freud, Melanie Klein, Françoise Dolto, Hermine von Hug-Hellmuth y Maud Mannoni, mujeres que a pesar de sus historias, o quizá por ellas, tuvieron el arrojo para entrar en el juego de la vida de sus pequeños pacientes.

La cuestión del nombre en el psicoanálisis

Eduardo García Silva

La tesis central del ´presente texto es la apuesta por la resignificación del nombre propio en el análisis; en la medida en que denuncia la posición subjetiva, la novela familiar, la constitución de algunos síntomas, el deseo del Otro, y hasta cómo participa de la transferencia; esa travesía que intenta que el sujeto asuma y se apropie del nombre que lo nombra para entonces sí, nombrarse él; esa travesía, pues, está implicada en todo análisis y constituye un pasaje importante, necesario e ineludible de cada análisis, como el trabajo con y desde la transferencia misma.

     Este trabajo no pretende responder a todas las interrogantes que el abordaje al nombre ya plantea, más bien sumará otras, y como el mismo nombre, quizá vehiculice un vacío imposible de colmar e imposible de nombrar.

     Imposible de nombrar, tal es la paradoja del nombre, que nombra lo innombrable y en el intento se pierde algo, y se muestra esa pérdida en el punto en que se llamará el ombligo del nombre, ahí donde no hay lugar a ninguna interpretación, a ningún significado último , por eso –como dice Lacan- los nombres no son para traducirse y de hecho no se traducen, pero gracias también a ese ombligo del nombre, es que es posible que alguien sea llamado, pues cada quien podrá interpretar lo que su nombre quiere decirle cuando por él es llamado desde lo que constituye la demanda del Otro.

     Es tiempo del nombre.

Publicaciones Online

Freud: Aufwühler1 del inframundo.
Por: Eduardo García Silva.

Freud: Aufwühler1 del inframundo. En tiempos aún corteses; quizá los más corteses que ha conocido la humanidad; apareció un hombre que nos anunció la mala nueva; nos advirtió que tal felicidad sería siempre instantánea y pasajera; nos anunció que la satisfacción es mortal y que el amor cojea; que el odio no es menos importante que el amor y que constituyen ambos el ir y venir cotidiano del sufrir neurótico común; pues sí, como decimos en México: “son cosas que el amor-dio”. Pero tales mordidas no han dejado de seducir por mucho que duelan, no han dejado de causar sus efectos ni de efectuar sus causas. Desde entonces fueron muchas las voces que se alzaron contra este buen hombre que no cesó de denunciar que la falta nos habita desde que tenemos la posibilidad de ser; es más, que sin falta simplemente no somos. ¡¿cómo iba a ser posible que se aceptara sin tapujos que estamos todos atravesados por la castración?!, no faltó nunca quien quisiera ridiculizar al psicoanálisis; tampoco hoy falta. 1 “Agitador”. (Todas las referencias al alemán están tomadas con dos criterios: 1o.- La traducción se ha corroborado del Diccionario Alemán-Español, editorial Océano Langenscheidt y del Diccionario Alemán-Alemán de la misma editorial; 2º.- A partir de ahí soy enteramente responsable del juego de palabras entre el alemán y el español y del propio alemán en su polisemia y equívoco; es decir me responsabilizo del juego significante que puede producirse al abordar así los términos germanos). 2 Filósofo alemán (1804-1872), situó la psicología religiosa en el espacio teórico correspondiente a la religión ortodoxa y desarrolló una de las primeras filosofías materialistas de Alemania. Nacido en Landshut y educado en Berlín y en Erlangen, fue alumno del eminente filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel, cuyo idealismo filosófico rechazó más adelante. En su obra clave “La esencia del cristianismo” (1841), Feuerbach sostiene que la existencia de la religión sólo es justificable en tanto que satisface una necesidad psicológica; la preocupación esencial de la persona guarda relación con uno mismo y el culto a Dios no consiste más que en la idealización de uno mismo. www.colegiodepsicoanalisislacaniano.com Eventos/Memorias/A 150 años del natalicio de Freud Desde la manera más cordial y más atenta hasta la más grosera y agresiva, hubo siempre quien le quisiera callar la boca a este de-enunciante: “¡halt den Mund!” (“¡càllate la boca!”) le habrían dicho en su idioma, pero resulta que esta Mund (boca) estaba dispuesta al Sieg (victoria), una boca dispuesta a la victoria, y en tal contexto, a ser más victoriosa que victoriana. Este hombre de quien esta boca victoriosa –esta Siegmund- que anuncia ya su nombre con todas sus letras, supo sostenerse y supo precisamente triunfar ahí donde el paranoico fracasaba, ¿cómo lo logró?. Él estaba ya atravesado por esa misma falta que pudo leer en las formaciones histéricas y demás neurosis, la diferencia entre él y los otros, es que lejos de pretender colmar dicha falta, asumió todas sus implicaciones. Se permitió un viaje dantesco y descendió al inframundo cuando se dio cuenta que no había otra forma de conocer a los demonios; pero apostó a volver. Ante los embates más fuertes, ante las dudas más persistentes, ante las críticas más feroces y ante los fracasos más contundentes sostuvo su deseo; pero fue a partir de su trabajo con los sueños que ganó una trinchera inexpugnable para sí mismo, a la que volvía cada vez que le flaqueaban las fuerzas y su confianza era diezmada por los nuevos obstáculos que se le presentaban. Me parece claro que ese hombre sí tuvo un sueño, sueño que lo despertó ante su deseo, aunque no podemos decir que su vida fue tranquila; ¿pero quién tiene una vida tranquila después de hacer un análisis? ¿quién que sea habitado por un deseo puede estar tranquilo o ser feliz?. Desde entonces muchos han confundido al psicoanálisis con una posibilidad para ser feliz al punto que lo han llevado al terreno exclusivo de lo terapéutico y han intentado ponerlo al servicio de otras disciplinas: la psiquiatría, la psicología, la pedagogía, la sociología, etc; y es que tal ha sido su influencia en el quehacer humano. Pero el psicoanálisis no es exclusividad de la terapéutica; un análisis es un análisis, y sabemos que al final del mismo no se puede hablar de un sujeto feliz; pero sí habrá la gran ventaja de poder hablar de un sujeto en la medida en que lo habrá, y entonces sería mejor decir que al final habrá un sujeto que pueda hablar a título propio desde su deseo, www.colegiodepsicoanalisislacaniano.com Eventos/Memorias/A 150 años del natalicio de Freud será alguien que dé valor sus palabras, un sujeto que efectúe un acto con su decir, que triunfe donde fracase el paranoico, que su boca sea victoriosa, que sea una Siegmund; no que sea como Sigmund, eso sería pura identificación imaginaria. Lograr una Siegmund (así, con la “e”)3 a partir de la posición analizante inaugurada por Freud: eso es transferencia, ahí algo se habrá transmitido de aquél deseo inaugural sostenido por un sueño; tal me parece que es la lectura posible que hagamos quienes estamos convocados por el psicoanálisis, es decir, será la posibilidad que cada uno haga algo con lo que su sueño le señale, será su propia Traumdeutung4, a cada quien le corresponderá seguirla o no, asumirla o no, sostener su deseo o no, soñar o no. A ciento cincuenta años del natalicio de Freud y a ciento siete de su Traumdeutung, seguimos teniendo temor de descender a nuestro propio inframundo, quizá por eso lo imaginario se presenta cada vez más encarnizado; pues literalmente se ha pasado de la constitución simbólica de la falta y el deseo al intento de satisfacción imaginaria que se apuntala incluso en lo real del cuerpo, donde ahora las histéricas freudianas ceden su lugar a las estructuras psicóticas que intentan alcanzar su ideal con la transformación real del cuerpo, se prefiere la cirugía plástica en todas sus modalidades al psicoanálisis; es mejor que el Otro intervenga en el órgano, el miembro, el hueso o donde sea que haya algo del cuerpo que no guste, para cambiarlo, modificarlo o desaparecerlo con la magia de la tecnología moderna a que el sujeto se pregunte por ejemplo por qué está gordo o flaca, o estando flaca se sienta gorda –mejor el arillo en el estómago-, o por qué no le gusta el color de su piel, la forma de sus ojos, o peor aún, preguntarse por qué no puede soportar (literalmente) una piel que se comienza a arrugar, como si eso fuese 3 En alemán existe una total homofonía entre “Sieg” y “Sig”. La primera se traduce como “victoria”, mientras que la segunda no existe en realidad; sin embargo, sabemos que Freud adoptó este prefijo para su nombre más o menos en 1873, al ingresar a la universidad de Viena, antes escribía su nombre como realmente se lo habían puesto al nacer: Sigismund; sólo hasta esa fecha suprimió el “is” para dejar el “Sig”. Véase “Freud: una vida de nuestro tiempo” de Peter Gay, Paidós. 4 Agradezco a Andreas Ilg su señalamiento en la polisemia y la articulación de la Deutung como “señalamiento” y que me haya compartido la observación de que Freud nunca dijo Interpretation, y por ende, nunca escribió una Interpretation dem Träumen, a pesar de que en alemán existe tal palabra y es mucho más socorrida al hablar de interpretación, mientras que la Deutung posee otros sentidos, ¿por qué Freud no empleó Interpretation sino Deutung?  www.colegiodepsicoanalisislacaniano.com Eventos/Memorias/A 150 años del natalicio de Freud patológico; en suma, cuando el sujeto no puede soportar su vida (tanto aguantarla como darle soporte a su vivir), prefiere esa intervención desde el campo del Otro al servicio de la función imaginaria, que preguntarse por su deseo, por su falta y cuestionar su posición gozante. Temor, digo, a descender al propio inframundo; pero, al fin humanos, al mismo tiempo estamos siempre seducidos a hacerlo; hay algo infernal que siempre nos llama, algo unheimliche 5que nos convoca a traerlo a la superficie; de hecho, esas cosas infernales no suelen esperarnos para emerger, y debido a que se deslizan sobre una banda de mohebius pasan así desde nuestro más interno y profundo inframundo hasta la superficie de nuestra piel y hasta llegan a poseer nuestro cuerpo en eso que Freud identificó como zonas erógenas e histerógenas, ahí donde encontró su lugar en el síntoma conversivo lo real de la castración que no era de otra forma fácilmente admitida pues anunciaba también siempre un deseo espantoso. Así pues, nuestra piel y nuestros órganos son poseídos inmisericordemente hasta que nos atrevemos a realizar el exorcismo a través de ése descenso infernal que todo análisis implica.  Y es que en ese inframundo se encuentra también la clave que puede dar con el cese del sufrimiento neurótico, ahí está la clave del ser del sujeto, el misterio de su nombre que le permitirá ser eventualmente más allá de dicho nombre en tanto se apropie de él. Será la posibilidad de pasar de ser gozante a ser deseante. Freud apostó pues a regresar de ese inframundo una vez que se dio cuenta de que no se podía hacer otra cosa para exorcizar sus demonios y deshacerse del síntoma –abreacción le llamaba en es tiempo a tal técnica-; y en su práctca hacía de Virgilio en la hipnosis con sus histéricas, para enseñarles el mal que las habitaba y además aprender de él. El secreto que guardaba la histeria era también guardado a la histérica misma, pero no dejaba de anunciarse. Aquél secreto, amoroso y mortal en 5 Unheimliche, traducido por ominoso. Ver: Freud, Sigmund. Lo ominoso (1919), tomo XVI, Obras Completas, Amorrortu editores. www.colegiodepsicoanalisislacaniano.com Eventos/Memorias/A 150 años del natalicio de Freud todos los casos era el secreto mismo de la vida; no de a gratis llegó a afirmar que para entender lo normal había primero que entender lo patológico.  ¡El secreto de la vida en el inframundo!, tal como nuestro Quetzalcoatl descendió al inframundo para recuperar los huesos preciosos y poder crear al hombre. Quetzalcoatl estaba seducido por la posibilidad de la creación y de la vida, y sabemos que tal empeño le costó romper-se los huesos y perforarse el falo para poder transmitir el halo de vida al hombre, que al fin y al cabo no podía ser perfecto debido a que su materia prima había sido averiada en el intento de huída de Quetzalcoatl al caer en el hoyo previamente y para tal fin cavado por Mictlantecutli. El mismo Dios azteca de la creación no salió indemne del descenso al inframundo; pero regresó con la posibilidad de la vida misma… y con un orifico en el falo: castrado y por eso mismo el hombre recibió de él esa falta que lo hizo mortal e imperfecto; deseante.6 Freud, con un poco de más suerte que nuestro Quetzalcoatl, volvió con esa misma castración, pero no para dar vida y tranquilidad al hombre, sino para advertir, como ya he dicho, que no hay posibilidad de ser sin asumir la falta que la castración denuncia; no hay posibilidad de vivir si no es a partir de una nada que no cesa de inscribirse. Aún se prefiere la comodidad de no preguntarnos nada para no respondernos nada, para no responsabilizarnos de nada; pero eso también tiene un costo. Ahora se cree que la felicidad existe y está en la ignorancia; quizá efectivamente sea lo más cercano a la felicidad; algo así como un estado inalterado donde un equilibrio sería posible, pues bien, es ese equilibrio en tanto imposible el denunciado por Sigmund Freud, pues en la medida en que apunta a toda falta de disturbio; a toda falta de excitación; apunta a lo inanimado de la muerte. 6 Para más detalles consultar: El pueblo del sol, de Antonio Caso. Fondo de Cultura Económica. www.colegiodepsicoanalisislacaniano.com Eventos/Memorias/A 150 años del natalicio de Freud Cuando Freud consigna el principio de placer y lo reconduce al principio de constancia (placer-displacer), nos advierte de tal imposibilidad. Primero nos dice que toda pulsión tiene un único fin: su descarga; condición para la satisfacción, para la Befriedigung, tal es la palabra que emplea. Luego nos dice con Goethe que esta pulsión acicatea indomeñable; tal parece que no hay mucho que hacer al respecto entonces. Esta Befriedigung es ominosa y mortal. Esa característica se esconde y se denuncia ya en la misma palabra; a saber; la Befriedigung corresponde al verbo “befrieden” que se traduce como “pacificar”, en el claro entendido de que “der Friede” es “la paz”; llama la atención entonces que se eche mano de tal etimología para hablar de “satisfacción”, pues entonces esta correspondería a un estado total de paz, ahí donde nada disturba, y todos sabemos que no hay mayor paz que la de la muerte y la del sepulcro, pues si la vida es vida, es por ese accidente original que lee Freud al decirnos que echó a andar a lo inanimado al sacarlo de ese estado de reposos absoluto, por lo que desde entonces el organismo (Freud habla ahí de organismo) busca volver a ese estado ideal de lo inanimado, de lo pacificado, de lo befriedigt, lo satisfecho. Luego se ha intentado dar varios pasos más allá de Freud, y ya sin él, al reconducir esta Befriedigung a la posibilidad de la felicidad, y entonces tenemos cantidad de terapias que echan al mismo saco la felicidad y la satisfacción, de tal forma que para poder ser feliz hay que satisfacerse, entonces aparecen cualquier cantidad de objetos satisfactores en la publicidad que hoy en día se la ve hasta en los escusados. Estos objetos son anunciados como El Objeto de la pulsión, como aquel objeto que permitiría la descarga total y por ende la satisfacción total, dando como resultado un sujeto feliz como lombriz; efectivamente, hasta el día de hoy ninguna de mis observaciones me ha confirmado la existencia de una lombriz feliz; tampoco la de ningún sujeto feliz-todo. El hecho es que no se lee más a Freud; muchos que se dicen analistas intervienen en la misma dirección meramente psicoterapéutica apostando a que el paciente finalmente satisfaga sus mociones pulsionales; o sea, que su deseo sea satisfecho, para ello hasta se atreven a ofrecer al sujeto diversos objetos llamados adecuados para la descarga de sus más obscuras pulsiones; ignorando en este proceder todo lo que Freud planteó. En primer lugar, ignorando que lo más intercambiable de la pulsión es precisamente su objeto, mismo que aunque no será cualquiera, puede ser el que sea que se preste a la meta de la pulsión: a su Befriedigung. Entonces vale la pena aclarar aquí algo importante: El Objeto de la pulsión no existe; en todo caso existen objetos posibles de una pulsión; es lo que Lacan nos ha enseñado a leer desde el deseo con una diferencia sustancial entre el objeto del deseo y el objeto causa del deseo. En Freud muchas veces es fácil confundir la satisfacción de la pulsión con el cumplimiento del deseo; pues bien, Freud nunca habla de una satisfacción del deseo. Además, cuando habla del Objekt de la pulsión dice, como recién lo señalé, que es lo más intercambiable; y cuando aborda la cuestión del objeto de la satisfacción7 es para decirnos que está perdido para siempre y que no tenemos nada de él que no sea sólo su Vorstellung, su representación, ya sea en la ilusión neurótica de la realidad (pues para ser normalmente neurótico hay que haber perdido un objeto primordial para poder estar cuerdos, tal es el juicio de realidad en Freud8), en el dolor melancólico, o en la en la alucinación psicótica. Es aquí donde anida el deseo: en la falta de tal Objekt, es decir, debido a la falta … del Objeto (con mayúsculas), el deseo surge como tal; pues como lo advierte Sócrates en el banquete, no podemos desear lo que ya tenemos.9 Ahí está el salto del objeto en la pulsión que apunta a la Befriedigung, al objeto del deseo, que será aquel que haga semblante del que no está y que evidencia a su vez un objeto causa del deseo; es decir, el objeto primordial que una vez habría habido y que se perdió, y que entonces devino mítico para elsujeto intentando desde entonces reencontrarlo; por eso mismo Freud nos dice que es preciso antes reencontrar al objeto para luego poder encontrarlo. 7 En la carta 52, en el capítulo 7 de la Traumdeutung y en el Yo y el ello, por ejemplo. 8 Ver “Die Verneinung” (1925), traducida como “La negación” Tomo XIX, Obras Completas de Sigmund Freud, Amorrortu, editores. 9 Platón. Diálogos, “Simposio (Banquete) o de la erótica. Editorial Porrúa. Pero vayamos por partes; ese desconocimiento de Freud, a causa quizá de su abandono por nuevas terapéuticas pretendidamente psicoanalíticas10, o a causa de lacanianos muy, muy pero muy lacanianos, tanto que a Freud ya ni lo leen pues Lacan habría dicho todo de él y lo habría rebasado; bueno, pues este desconocimiento de Freud ha llevado precisamente a confundir sus propuestas, a meterlas en la licuadora del entendimiento. Bien, Freud no habla entonces nunca de un deseo satisfecho o de la satisfacción de un deseo; en su lugar habla de una Wunscherfüllung, de un cumplimiento del deseo; o sea que para Freud no hay un befriediger Wunsch, deseo satisfecho, lo que hay es un erfüllter Wunsch, un deseo cumplido, que no son lo mismo. Vean como a partir de la pulsión se desprende el deseo; el deseo no es la pulsión, claro está; pero en toda la Traumdeutung no hay una sola referencia a la Befridigung del deseo, y podemos ver por qué. No hay un solo soñante que quede satisfecho con su sueño y si la Befriedigung es la pacificación, no es difícil darnos cuenta que precisamente el soñante no queda en paz con lo que ha soñado. Primero porque si se trata de un sueño agradable; incluso muy agradable y placentero; al despertar el sujeto no queda en paz justo por haberse tratado sólo de un sueño; quedara deseando la realización de aquello que soñó más que nunca, y por otro lado, si el sueño es de angustia, tampoco habrá un sujeto apacible o apaciguado al despertar; más bien, el sueño anuncia ese deseo reprimido que puja desde lo inconsciente por su reconocimiento. O sea que el cumplimiento del deseo durante y en el sueño es precisamente su realización, en tanto que lo deseado se realiza en el sueño, pues el hecho de soñar que se realiza lo deseado es justamente realizarlo. Hay que recordar que la realidad es siempre la psíquica; realizar algo es llevarlo a este terreno de la realidad, donde el deseo anuncia lo que no está y lo pone ahí 10 En alguna ocasión escuché a alguien decir que era psicoterapeuta psicoanalítica ¿qué es eso? con un subrogado, con su Vorstellung, pero esto es posible siempre y cuando se asocie a esa representación de lo que no está, de la cosa dice Freud (Dingvorstellung), una Wortvorstellung, una representación-palabra. El deseo no tiene otro vehículo que la palabra y el discurso que le da forma; por eso un sueño es hasta que se dice, no antes, porque el sueño a su vez ya dice algo de lo imposible de colmar, de lo real, de la castración. Al andar los diferentes círculos infernales el sujeto se encontrará … bueno, primero se perderá entre los demonios de sus deseos, estos serán más unheimliche, más espantosos cuanto más íntimos sean, cuanto más heimliche sean. Sin embargo, para encontrarse primero hay que perderse, hay que abandonar toda certeza y dar lugar al cuestionamiento. Fue este gesto lo que permitió Freud encontrarse con lo inconsciente. En la Traumdeutung Freud consigna una frase de Dante: “Flectere si nequeo superos, Acheronta movebo”, lo que se ha traducido al español como “si no puedo inclinar a los Poderes Superiores , moveré las Regiones Infernales”11 o en alemán: “Kann ich die höheren Mächte nicht beugen (rendir, doblegar), bewege ich doch die Unterwelt”12. Ahora bien, esta frase la cita Freud al hablar de algo sofocado del alma que se abre paso a su exteriorización a la conciencia mediante el sueño. Me parece que tal frase habla tanto de eso que Freud quiere transmitirnos como del mismo Freud. Puntuemos: ahí en la cita donde aparece “inclinar” en español, en alemán aparece beugen, que quiere decir doblegar, rendir, doblar; y creo que una inclinación no es un doblegamiento; bien, luego se traduce “moveré las Regiones Infernales”, y en alemán en lugar de Regiones Infernales lo que aparece es Unterwelt, que si bien puede dar claramente la idea del infierno, 11 Freud, Sigmund (1900) La interpretación de los sueños. Tomo V, Obras Completas, Amorrortu editores. p.597. 12 Freud, Sigmund (1900) Die Traumdeutung. Bd.II, Studienausgabe. S. Fischer Verlag. S.577. una traducción más precisa sería “Inframundo” precisamente. Esto tiene la mayor importancia si recordamos en primer lugar que no son lo mismo; como en el mito de Quetzalcoatl, no se trata ahí de ningún infierno, es simplemente el lugar de los muertos y ahí habitan dioses también, vale decir, poderes inframundanos; y en segundo lugar, para lo que nos interesa, que Freud consigna continuamente el término de Innenwelt y Umwelt para hablar de lo que se traduce como mundo interno y mundo externo; tan caros para la clínica de las neurosis y las psicosis en Freud; donde según domine uno u otro el sujeto se ubicará en realidades diferentes, entonces hablar de Unterwelt en lugar de die Hölle, también tiene consecuencias; se trata de poderes que se encuentran por debajo de la consciencia más no subordinados a ella, todo lo contrario. Por esta razón, Freud nunca habla de subconsciente, como el vulgo lo hace; él habla de inconsciente, preconsciente y consciente, se entiende que el inconsciente no está subordinado; más bien es él quien agita la superficie. Desde la teoría de la Verdrängung, literalmente re-presión, se anuncia ya el Drang, el empuje y la fuerza, algo que también se traduce como afán; pues bien, ante este peligroso afán será necesario un contra-afán si se me permite la expresión; o sea, la Verdrängung. El síntoma viene entonces a dar cuenta en la superficie de estos movimientos bajo la corteza, de las cruentas batallas desencadenadas entre los poderes del inframundo, tal como las formaciones montañosas del Himalaya y los Alpes dan cuenta del choque violentísimo de las placas continentales de Asia y África que se producen a miles de kilómetros bajo tierra. Así entonces podríamos decir que el infierno remite directamente al pensamiento judeo-cristiano, como un lugar donde un sujeto pagaría por sus pecados al morir; mientras que el inframundo es una región propia del sujeto, es la metáfora del inconsciente, de las pulsiones y del deseo; que aunque el sujeto la desconozca sufre sus efectos. Este Unterwelt actúa directamente sobre el Innenwelt, sobre el mundo interno, pues lo conforma de alguna manera ya. Cuando las fuerzas del Unterwelt son rechazadas del Innenwelt, entonces se proyectan hacia fuera, hacia el Umwelt; el medio externo: las montañas del síntoma que al mismo tiempo se afirman en las raíces más profundas. La cuestión es pues, que el mismo Freud se convirtió en una agitador de ese inframundo, y ya que estoy haciendo referencias al idioma materno de Freud, diré que fue un verdadero Aufwühler. Prefiero este término toda vez que hace pasar un equívoco y una polisemia que el español no nos permite. Aufwühlen es agitar, escarbar, hurgar, rascar, remover y revolver, y Freud ¿noagitaba? ¿no escarbaba? ¿no hurgaba, rascaba y removía? ¿acaso Freud no fue un agitador, un hurgador, rascador y removedor de lo inconsciente, del inframundo? ¿no se identificaba más con el arqueólogo que con el psicólogo? ¿no comparaba al análisis con la reconstrucción de una ciudad a partir de las ruinas que desorganizadas se encontraban en la superficie? Freud mismo pues se asumía como un Aufwühler, incluso en 1914 denomina como “la bomba” al texto que estaba a punto de publicar –de estallar-, texto de suma importancia debido a que en él hacía una separación tajante entre el psicoanálisis y aquello que no lo era pero se presentaba en su nombre y denunciaba firmemente las desviaciones –como él las llamaba- de Jung y Adler: la “Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico”. En alguna ocasión declaró que siempre había necesitado de un enemigo, las resistencias parecían ayudarle en su trabajo, luego dijo que si no hubiese sido por su condición de judío, es decir, de rechazo y discriminación, con las que llegó a estar familiarizado sin conformarse jamás a tal condición; no hubiese podido enfrentar todas esas resistencias que se levantaron ya en su quehacer profesional y de investigación. Es esclarecedora en este sentido aquella declaración que en 1938, al final de su vida, le escribe a Stefan Zweig: “El análisis es como una mujer que quiere ser conquistada pero sabe que será muy poco respetada si no ofrece resistencia”13. También sabemos que Freud declaró que había leído más y le habían ilustrado más los libros de arqueología –junto a los de los literatos- que los de psicología. 13Gay, Peter. Freud, una vida de nuestro tiempo. Paidós. P.565. La mala nueva entonces que Freud nos anuncia es que somos no todos, que somos castrados, que nuestros dioses no son más que la mera proyección de nuestros temores y deseos, que están en estrecha relación con los poderes del inframundo. Es necesario entonces escarbar y hurgar ese inframundo y sus muertos … vivientes: los espíritus que lo habitan. Peter Gay, uno de los biógrafos de Freud propone identificarlo con un “investigador intelectual de la naturaleza”, según la traducción de Paidós, pero la palabra que emplea es “geistiger Naturforscher”, Natur es naturaleza, Forscher es investigador y el adjetivo de geistiger proviene de Geist, que quiere decir tanto genio como espíritu, de tal forma que intelectual aparece del lado del genio en dicha traducción, pero aún hay otras posibilidades: nada impide leerlo como un investigador natural de los espíritus. ¿por qué Peter Gay lo asocia a este término?, porque a quien se refiere en primer lugar es a un filósofo alemán contemporáneo de Freud que se definió a sí mismo de esa manera. Este filósofo, quien fue discipulo nada más y nada menos que de Hegel, aunque después se opuso a él; escribió alguna vez “no soy más que un geistiger Naturforscher”. La cuestión es que este filósofo tuvo gran influencia sobre Freud; quien sabía de su obra y había leído sus trabajos, tal como muchos jóvenes filósofos de la época. Nos referimos a Ludwig Feuerbach, y basta leer un fragmento de su obra más célebre publicada en 1841: “La escencia del cristianismo”, para darnos una idea de las similitudes que se pueden encontrar con los postulados del psicoanálisis. Veamos: " Los dogmas fundamentales del cristianismo son deseos del corazón cumplidos –la esencia del cristianismo es la esencia del sentimiento. Es más cómodo sufrir que actuar; es más cómodo dejarse redimir y liberar por otro, que liberarse a sí mismo; es más cómodo hacer depender su salvación de otra persona, que de la propia fuerza; es más cómodo amar que anhelar; es más cómodo saberse amado de Dios, que amarse a sí mismo con un amor sencillo o natural, innato en todos los seres; es más cómodo reflejarse en los ojos amorosos de otro ser personal, que en el espejo cóncavo del propio yo o en el abismo frío del océano de la naturaleza; es más cómodo en general, del natalicio de Freud dejarse llevar por sus propios sentimientos, que determinarse por la inteligencia misma cuando esos sentimientos tienen la apariencia como si fueran de otro, aunque en el fondo sean los sentimientos del propio yo. "14 Afortunadamente Ludwig Feuerbach no vivió en época de la inquisición, pues seguro le hubiesen quemado por sus declaraciones que hubiesen resultado igualmente incendiarias; bueno; su apellido ya anunciaba algunas cosas: Feuer = fuego, Bach = arroyo, riachuelo: Feuerbach = ¡Arroyo de fuego! Ustedes disculparan que siga jugando con las palabras, pero es lo menos que podemos hacer cuando estamos sujetos a ellas, de otra forma serán ellas quienes jueguen con nosotros. ¿cómo podríamos estar entonces satisfechos con el psicoanálisis? ¿no es a partir del momento en que abandonamos nuestra posición deseante, o sea, nuestro deseo, que detenemos nuestra vida misma, no morimos un poco ahí y pasamos de ser a solamente estar? ¿no es necesario, si queremos seguir viviendo que nos continuemos agitando y revolviendo ante el goce que nos convoca a descender a nuestro inframundo justo para que nuestra vida no acabe convirtiéndose en un infierno? Cito la palabra, me atrevo a decir, el deseo de Freud que sigue teniendo toda su vigencia : “Más si alguno de ustedes no se sintiera satisfecho con un trato pasajero con el psicoanálisis, y quisiera entrar en una relación permanente con él, no sólo se lo desaconsejaría, sino que directamente lo prevendría contra ello. Tal como están hoy las cosas, mediante esa elección vocacional se coartaría toda posibilidad de lograr éxito en una universidad, y, si hubiera de entrar en la vida como médico practicante, se encontraría en medio de una sociedad que no comprende sus empeños, que lo mira con desconfianza, con hostilidad, y que le suelta todos los malos espíritus que en ella están en acecho. Las manifestaciones que acompañan a la guerra que hoy descarga 14 Tomado de Internet: http://es.wikipedia.org/wiki/Ludwig_Feuerbach sus furias sobre Europa15 quizá les permitan formarse una idea de cuántas legiones hay de tales espíritus. Siempre hay bastantes personas que, a pesar de tales incomodidades, se sienten atraídas por algo que puede constituirse en un nuevo fragmento del saber. Si alguno de ustedes perteneciera a esa clase y, desdeñando mis avisos, volviera a presentarse aquí la próxima vez, será bienvenido.”16 Gracias a cada uno de ustedes por su lectura a 150 años del natalicio de Freud y por estar hoy aquí. 15 Y hoy, en 2006, sobre Irak, Afganistán, Palestina; la frontera entre México y EUA, y tantas que amenazan con venir: Irán, Corea del Norte, Venezuela, …, 16 Freud, Sigmund.(1915) Conferencias de introducción al psicoanálisis. Parte I. Tomo XVI, Obras Completas, Amorrotu editores. Bibliografía Caso, Antonio. El pueblo del sol, Fondo de Cultura Económica. Compact Diccionario Didáctico Alemán. Océano Langenscheidt. Diccionario básico alemán. Océano Langenscheidt. Feuerbach, Ludwig (1848) La esencia del cristianismo. Freud, Sigmund. Publicaciones prepsicoanalíticas y manuscritos inéditos en vida de Freud. “Carta 52” (1896). Tomo I, Obras Completas, Amorrortu editores. Freud, Sigmund. La interpretación de los sueños (1900), tomo V, Obras Completas, Amorrortu editores. p.597. Freud, Sigmund. Die Traumdeutung (1900), Bd.II, Studienausgabe. S. Fischer Verlag. S.577. Freud, Sigmund. Conferencias de introducción al psicoanálisis (1915), Parte I. Tomo XVI, Obras Completas, Amorrotu editores. Freud, Sigmund. Lo ominoso (1919), tomo XVI, Obras Completas, Amorrortu editores. Freud, Sigmund. La negación (1925), tomo XIX, Obras Completas, Amorrortu eitores. Gay, Peter. “Freud: una vida de nuestro tiempo” , Paidós. Platón. Diálogos, “Simposio (Banquete) o de la erótica. Editorial Porrúa.

TRASTORNOS DE LA ALIMENTACIÓN O ¿QUÉ ES COMER?
Por: Virginia Hernández Ricárdez

TRASTORNOS DE LA ALIMENTACIÓN O ¿QUÉ ES COMER? En la actualidad existe tal exceso de anoréxic@s, bulímic@s, o gordito@s por todos lados, que muchas veces se llega a afirmar que se trata de un síntoma histérico, (como si eso fuera fácil, dicho sea de paso), lo cual puede ser correcto en muchos casos. Pero si bien muchas veces podemos tomar a los “eating disorders” (elegante forma americana para llamar a lo mismo: trastornos de la alimentación) como pura histeria, en algunos otros casos es muy difícil tomarlos de esa forma. Revisemos un poco por qué se le considera un síntoma histérico, devaluando el sufrimiento de quien lo padece. Freud nos aportó un maravilloso ejemplo de lo que llamó la infección psíquica, en el apartado sobre la identificación en su trabajo titulado: Psicología de las Masas y Análisis del Yo de 1921. De hecho lo consideró la tercera forma de producción de un síntoma. Freud nos comunicó el caso de una señorita que mientras estaba en un internado recibió una carta de su novio en donde le anuncia que la abandona, motivo por el cual la citada señorita sufre una crisis histérica. Sus amigas, otras internas padecen exactamente la misma crisis. Freud reflexiona en lo que sucede y descubre que se debe a la peculiar capacidad de la histérica para imitar la situación del otro, es por ello que han entrado en esa condición. El mecanismo dice Freud, es el de la identificación sobre la base de poder o querer ponerse en la misma situación. 1 Así es que se puede pensar aunque con torpeza, que efectivamente algún@s histéric@s han encontrado a través de los medios de comunicación, un modelo sobre el cual han podido falsear una identificación, pero se trata de una simulación en el sentido de una simulación histérica, no de una falsedad o manipulación consciente, sino de una representación inconsciente, y por esa identificación llegan a desarrollar un trastorno alimenticio. Se trata de un intento de presentarse ante el Otro disfrazado con estos rasgos, que en realidad son el último grito de la moda. Pues la o el histérico busca un eje identificatorio de forma desesperada. Al igual que en el caso de las chicas del internado; y en la actualidad un eje identificatorio posible para ser parte del grupo, sería padecer un trastorno alimenticio. De esta forma podemos afirmar que hay trastorno de la alimentación como epifenómeno (Fenómeno accesorio que acompaña al fenómeno principal y que no tiene influencia sobre él), de cualquier estructura clínica, llámese neurosis, perversión o psicosis, y por supuesto que se puede añadir a cualquier estructura clínica, aunque por sí mismo no constituye una estructura clínica. Pero si existen trastornos alimenticios histéricos, como ya vimos, en el sentido de tomar el trastorno como eje identificatorio, también existe la otra modalidad, pues tenemos que recordar que una de las muchachas sí recibió la carta, a ella sí la abandonó realmente el muchacho. Si seguimos pensando en el trastorno de la alimentación, podemos asimilar este hecho, con que una muchacha sí recibió la carta, y está respondiendo con su trastorno alimenticio a algo real que le está pasando. Eso desde la histeria, pero ¿qué es la alimentación? O ¿qué es comer? La alimentación va mucho más allá de la función nutricia del cuerpo, es un hecho que está ligado al nacimiento mismo de las relaciones del sujeto con los otros. Se inicia por el estado de necesidad absoluta del cachorro humano de la comida que sólo puede llegarle a través del Otro. Función que la mayoría de las veces es ejercida por la madre del pequeño (aunque no siempre), quien en un primer momento ocupa el lugar de su semejante, pero por la gran importancia que ella misma se concede frente a su hijo, en poco tiempo ocupa el lugar del Otro para el niño. Con respecto a la comida, en el acto de comer, todo niño depende de ese Otro, pues a diferencia de la respiración ante la cual el bebé recién nacido tiene un reflejo innato e instintivo que le permite respirar sin mediación del Otro, lo cual por cierto no va a ser ningún impedimento para que a lo largo de su desarrollo este reflejo también pueda llegar a ser trastornado por la intermediación del Otro, llegando a afectar su respiración. (Pensemos en el asma, nada más como ejemplo.) Volviendo al registro de la alimentación, es una actividad para la cual el bebé humano depende absolutamente de cómo el Otro se dirija a él, pues el pequeño se encuentra ante esa necesidad sin ninguna orientación instintiva. Y es precisamente porque la alimentación es un hecho fundador de la entrada del niño al mundo de lo humano, que nadie ha carecido de algún trastorno de la alimentación en algún momento de su vida. Es casi una verdad universal que por una u otra razón todos tendremos algún desorden alimenticio en algún momento de nuestra vida. Volvamos entonces al asunto de la comida. Siempre que pensamos en la alimentación, la consideramos desde el lado de la madre. Pues sabemos que el niño recién nacido está totalmente sometido a que el Otro lo guíe y le ofrezca el pecho sin el cual él no puede sobrevivir. Y tal como bien lo descubre Freud una madre alimenta a su hijo y se toma esas molestias porque el hijo le representa el órgano de goce que la madre carece. La madre da el pecho significando un goce, significando porque le propone el pecho a un ser al que le propone la palabra. Una madre apuesta a que ese cachorrito será un sujeto, y por eso no nada más le da el pecho sino que también le habla. Al interpretar (nombrar) la madre las distintas necesidades del bebé, la madre transforma esa necesidad en demanda y en ese mismo acto, le dona el lenguaje y el campo de la pulsión. La pulsión equivale al ingreso en el lenguaje. Así que no se trata meramente de que el niño coma por comer, lo que se entiende como responder al cuerpo de la necesidad y no al cuerpo de la demanda; alimentar para que crezca el organismo no es lo mismo que nutrir para que se alimente el alma. Por eso sobran anécdotas de madres que ofrecen biberones con alimento a los bebés para que coman, cuidando que los cuerpos de la necesidad biológica sean alimentados, pero descuidando el desarrollo psíquico. Como sabemos una madre puede atender de muy diversos modos al llamado de su hijo. Desde las respuestas que van hacia el intento de retacar sus boquitas hasta asfixiarlos con la papilla de su amor (palabras más menos de Lacan) hasta aquellas que expresando el odio más feroz permanecen sordas ante la solicitud (léase llanto) del niño. Por eso no hay mayor sensación de desamparo que la indiferencia, y para un niño que una madre no responda a su apelación, a su llamado puede ser devastador. Aunque responder a los requerimientos de un niño, pueda llegar a ser una faena pesada para la madre, pues para toda madre el mero hecho de encargarse de decriptar el llanto de su hijo es una tarea difícil, algo que le requiere mucho esmero, Freud afirmó que si la madre hace semejante esfuerzo es porque su hijo entra, bajo el modo de una ecuación, a equivaler aquello que le falta. Si el bebé no le reportara a su madre una porción de goce que le falta, entonces ninguna madre se ocuparía de su bebé. (Como vemos no se trata de un amor altruista, siempre hay algo a cambio) Pero como el bebé le retribuye a la madre una gran porción de goce narcisístico, ella está dispuesta a darle a cambio el inmenso ofrecimiento de sus dones sobre todo durante los primeros tiempos de la alimentación. La madre donará: 1. Don de su ritmo, música escrita con los vaivenes de su ausencia, campo donde puede surgir la demanda del niño, el hambre del niño, primeros atisbos del deseo del Otro; 2. Ofrecimiento a los ojos del bebé del don maravilloso de la mirada de ella, alrededor de la cual el bebé acomodará su mirada, pues sin esa apoyatura el niño carece de armazones para acomodar la suya y no podrá mirar a los ojos; 3. El don de su abrazo, pues al sostenerlo en los brazos le transmite el tono muscular tan necesario para el control de sus esfínteres; 4. Le donará el lenguaje, pues le habla, aunque no de forma continua pues eso lo abrumaría, con su goce invocante, pero le habla, de tal suerte que la madre otorga lo mejor de todo, el campo del lenguaje, o sea los dones del padre. Y de este modo al otorgar sus dones, los otorga bajo el modo de lo que se llama la intrincación pulsional, que es una forma elegante de decir que la pulsión de vida está justamente acentuada en el entretejido de las pulsiones. Mientras que cuando una pulsión se independiza de las otras, se desintrinca, se desenreda, y al liberarse, al quedar suelta, se acerca peligrosamente a la ribera de la muerte. Se convierte de hecho en pulsión de muerte, pulsión thanática. (Basta y sobra con pensar en la pulsión oral que al desanudarse puede llevar a un ser humano a comer hasta los 500 kilos o a no comer, por ejemplo). Una madre es más vital para su hijo, más vectora de Eros, más llena de amor, cuanto más intrinca sus pulsiones en la crianza. Al así hacerlo pasa las primeras limitaciones al goce pulsional bajo la forma de un goce que al coexistir con otro, lo limita. Esta intrincación indica que la madre limita normativamente su goce sobre el chico. Pero eso, sólo lo hace si y sólo si, es capaz de amar al padre, por eso el acto de comer, reúne lo que en psicoanálisis se llama los complejos materno y paterno, pues en el acto de comer se encuentran mezclados, de tal suerte que la palabra acompaña siempre al comer – comemos, platicamos, y seguimos comiendo – y más que eso. Amar al padre, quiere decir que la comida ingresa al marco de la Ley del Padre. Y por tanto, toda comida entra a formar parte de los modos normativos del padre, por eso no puede existir una comida que no sea un Banquete. (O cuando menos no debería existir para ningún pequeño). Un Banquete quiere decir que se cuida la escena, cuidado escópico: (la mirada) dónde nos sentamos, cómo nos vestimos, cómo manejamos los modales, (cuidado sobre el cuerpo simbólico del pequeño), ‐comemos, miramos, y seguimos comiendo. Los modos normativos de comer. (Baste y sobre recordar a los abuelos exigiendo su lugar, como ejemplo). Se trata de que el objeto oral que es la comida quede subordinado a la Ley del Padre, y de conseguir que esté enredado con el resto de las pulsiones, la voz, la mirada, el tono muscular, para que siempre quede organizado e historizado, pues los problemas más graves que existen con la alimentación se dan cuando la pulsión oral no hace serie, ni queda enmarcada por la Ley del Padre. Si ingresa la comida junto con la Ley uno podría decir que en el Banquete, el objeto oral se ha coordinado con la Ley del Padre. Es decir que el objeto oral está intrincado con el resto de las pulsiones y está enmarcado por lo que organiza cualquier escena, pues como sabemos aquello que organiza, regula y enmarca siempre es la Ley que proviene del Padre. Hablar de banquete por tanto es hablar de cualquier comida cotidiana normativa, cualquier comida que lleve a un niño a transitar por las vías del amor del padre, reconociendo que paradójicamente casi lo menos significativo es la comida, y lo más importante, es lo que la transforma en un banquete. Así sea la más sencilla de las comidas, un desayuno, o una cena, cualquier alimento, aún aquel que hacemos a solas, pero para el que disponemos de un mantelito, de unos buenos modales porque hemos aprendido que ni en esos momentos estamos solos, pues aún entonces nos encontramos con aquellos que nos han inscrito en el mundo humano al cual pertenecemos: mamá y papá. 1 Freud. Sigmund. Obras Completas. Tomo XVIII, Psicología de las Masas y Análisis del Yo (1921), Argentina, 2004. Pág. 101.

La creación de las jirafas: el arte de la ficción del padre.
Por: Eduardo García Silva

La creación de las jirafas: el arte de la ficción del padre. “Planteo que no puede haber definición del nombre propio sino en la medida en que percibimos la relación de la emisión nominante con algo que en su naturaleza radical es del orden de la letra”Lacan (Seminario 9. 20/diciembre/1961) El caso del pequeño Hans,como se le conoce a partir del nombre que Freud le da al pequeño Herbert Graf ha dado mucho de qué escribir y trabajar desde el mismo momento de su publicación, hay que recordar la defensa que el mismo Freud hace ante los críticos: “La publicación de este primer análisis realizado en un niño había provocado un escándalo grande, y una indignación mayor; le profetizaron al pobre joven una gran desgracia por haberlo <> a edad tan tierna y convertido en víctima del psicoanálisis”.1 Lacan retoma el caso para abordarlo durante todo un año en el seminario que dedicaría al abordaje de las relaciones de objeto, donde va a diferenciar a partir de sus tres registros, real, simbólico e imaginario, la forma de la falta de objeto y sus respectivos agentes. Más allá del 100 aniversario de este caso, tenemos que preguntarnos ¿porqué sigue siendo oportuno continuar trabajando ese texto si no es porque denuncia una falla fundamental en la función paterna que hoy en día –como desde hace mucho‐ es enteramente evidente para todo aquel que tenga ojos para ver y oídos para oír? La función paterna sigue siendo un problema y un impasse en nuestro días, los problemas en los que se regodean de puro goce muchos de los sujetos que acuden a un análisis y las formas nuevas de goce en la sexualidad muestran que algo de esa función está atorado, no se ha producido. La función y el lugar del padre siguen sin tomar su lugar; no hay más que mirar la historia de las subjetividades en México por ejemplo, para ubicar que aquí opera más el discurso del amo que la función paterna; tal pareciera que históricamente, a partir de la llamada conquista española, los mexicanos se empeñan en buscar un amo… y lo encuentran, no hace falta más que hojear la historia de este país convulsionado por la falta de ley, por la falta del estado, por la falta de… padre. Lo que debería de llamarnos poderosamente la atención es que muchos analistas ni se preguntan por lo que escuchan, parece que intentan a toda costa aplicar la teoría psicoanalítica a cada analizante, pareciera que piensan a priori que cada sujeto ha pasado por el Edipo más o menos de la misma forma en que la teoría nos dice deben de pasar, antes que escuchar lo que su discurso tiene para decirnos, lo que sus posiciones subjetivas pueden enseñar al psicoanálisis. Digo que en México la gente busca y encuentra amos, no padre. ¿cuántos analistas nos hemos preguntado en verdad por qué en México se habla la lengua del invasor y se perdió la materna (el náhuatl)? Muchos pueblos como los irlandeses, los italianos, los españoles, los franceses, los alemanes, etc, no sólo hablan la lengua que en su momento unificó a su nación aunque fuera una lengua impuesta, sino que además en cada localidad continúan hablando su dialecto, su lengua materna. ¿En qué momento los mexicanos, ya no los mexicas, esos fueron diezmados; pasaron del náhuatl al español sin el más mínimo reparo? ¿por qué?. Aún más, la gente cree que aquí hablamos español, lo subrayo ¡español! cuando cualquiera que haya hecho la experiencia de cruzar palabras con un español, de viajar a España o de simplemente escuchar mínimamente un film español se da cuenta que no es la misma lengua; pidan ustedes una torta aquí y una en Madrid y me dicen si les sirven lo mismo. ¡En México se habla la lengua del invasor y todos tan felices!, sé que podrían de inmediato decirme que también se ejerce la religión del invasor y otras cosas más, de acuerdo, pero todo eso pasa igual por la palabra y la lengua y no hubieran sido posible sin la conquista de la lengua. ¿qué efectos tiene en los sujetos, en lo social, en lo inconsciente, el hecho de que un pueblo hable la lengua del invasor y haya perdido la propia? Sólo para dar un ejemplo más antes de entrar en materia con el caso de Herbert Graf (Hans), les planteo lo siguiente: para el psicoanálisis el padre es en tanto muerto y esta es la experiencia del Edipo que Freud descubre: los deseos de muerte al padre, este es el eje sobre el cual va a articular toda la lógica del pequeño Hans, al padre se le teme porque se desea su muerte para ocupar su lugar. Al respecto, Lacan agrega que el padre, la función del padre; esa que se produce con la metáfora paterna cuando el deseo de la madre se sustituye por el Nombre del Padre, es precisamente pura función de límite al goce materno, límite de ley, es decir, se requiere que el padre en tanto Otro posea el falo que a la madre le falta y desea para que el niño no lo sea y pueda ser sujeto; sujeto a la ley, a la palabra. La articulación entre el padre de Tótem y tabú y del Edipo freudianos se da entre el lugar simbólico de uno y lo inconsciente del otro. Así pues, el padre es en tanto muerto y he ahí el mito fundacional del totemismo y el Edipo en su estatuto mítico. Ahora bien, en México tenemos un mito que no es cualquiera porque sobre él se edificó la nación desde los mexicas, desde ese mito se instauró la práctica de ofrendar corazones al dios principal de ese pueblo, desde ese mito los mexicas fueron nombrados como tales y actualmente el centro político de México, el gentilicio mexicano y mexicana que nos nombran, se sostienen en ese mito: el mito de Copil. Sólo que este mito tiene la peculiaridad de que a diferencia de Edipo, en él no es el padre quien es muerto sino el hijo, Copil. Huitzilopochtli da muerte a su hijo en una batalla en la que Copil intentaba vengar el honor de su madre, pues Huitzilopochtli los habría abandonado, dicho sea de paso, parece que tal figura constituye uno de los fantasmas fundamentales de los mexicanos: el padre que abandona a su familia, fantasma del padre ausente. Hay aún incidencias de las narraciones de los mitos prehispánicos en la lengua que hoy se habla, por ejemplo, el mexicanísimo ahorita vengo que el extranjero no puede entender. En el mito de Huitzilopochtli aparece esta frase cuando su madre, Coatlicue se encontraba barriendo y su hijo la anoticia de que irá a dar una vuelta; según Gutierre Tibón, el “ahorita vuelvo” puede ser una fórmula de cortesía prehispánica. “En México es común el uso de las expresiones “ahorita vuelvo” y “ya vuelvo”, las cuales no significan que el sujeto tenga intención de volver. Se trata, según parece, de una fórmula de cortesía prehispánica que ha perdurado hasta nuestros días, de un eufemismo sui generis que refleja toda una postura psicológica. En España, desde luego no se conoce. Cuando alguien nos dice: “Ahorita vuelvo”, participamos en el juego, fingiendo creerlo, aunque sepamos perfectamente que no volveremos a verle la cara, por lo menos durante horas”2. ¿Cómo pensar la subjetivación en sujetos que podrían tener tal representación de tal padre?, ¿el padre no está muerto en ese mito fundacional de México? He ahí el ombligo (xictli) de la cuestión, para retomar la etimología del mismo mito y la etimología del nombre México. Por cierto que México, por otro lado, es una de la pocas naciones que conserva su nombre de la raíz de su lengua original, en contraste con esto, países como Argentina, Brasil, Venezuela, Colombia y Bolivia tienen nombres europeos: argento, brasa, Venecia, Colón, Bolívar.3 ¿Hay alguna oposición entre el mito de Copil por un lado y por el otro el del padre de la horda primordial y el Edipo? ¿falta matar al padre a los mexicanos para instaurar y respetar de una vez por todas la función de la ley? Valga pues este pequeño desvío que nos permite preguntarnos por la función paterna y la práctica del psicoanálisis en México para releer ahora, a cien años y en este país el caso del pequeño Hans y cuestionarnos una vez más este complejo significante: el padre. Entonces la pregunta: ¿Hay padre? Lacan nos dice que eso es lo que falla en el caso del pequeño Hans; Freud, por su parte, cree haber dado con la cuestión, a saber, es la ambivalencia del niño, o sea, el amor a su padre y el temor por desear su muerte para poder ocupar su lugar lo que abona la fobia, esa zoofobia histérica infantil4. El padre de Hans habría resultado demasiado castrado y la fobia sería entonces ese montaje por medio del cual el pequeño Herbert (llamémosle ya por su nombre), hace aparecer la función de la castración que le hace falta desplegar a su padre, digamos que aquí el padre real no soporta al simbólico y entonces no es que el caballo sea del todo un subrogado del padre –lectura freudiana‐ porque no habría aún un padre para dirigirle el odio y el amor pues su función de castración precisamente no se ha establecido, sino que el caballo que patalea, que cae es la misma castración que el padre no soporta, o sea, no el caballo en lugar del padre, sino el caballo en el lugar del padre, uno a falta de otro no uno por otro. El caballo no es representante del padre, de Max Graf, sino que es la función fálica que se le escapa a Max, la castración le llega a Herbert de fuera, pero no desde lo real como al psicótico, sino el suceso previo al estallido de la enfermedad es la caída del caballo cuando Hans va con su mamá, ahora todos los caballos se caerían. “Esto le causó una gran impresión. Se aterrorizó mucho, creyó que el caballo estaba muerto… el padre le señala que a raíz del caballo caído no pudo menos que pensar en él, en el padre, y desear que se cayese y quedase muerto” 5 Pues sí, pero lo que sucede es que Herbert ve en el caballo tirado al padre caído y eso es lo que le aterra pues requiere de un padre erguido que imponga su ley; el caballo anuncia la falla del padre, más que el subrogado del padre es la caída de esa función que Max Graf no sostiene ni de la que se sostiene, cae, se raja. (la palabra que emplea Freud es Umfallen, que significa caer pero también significa rajarse, claudicar, desplomarze). Luego entonces, no teme al caballo porque éste lo muerda, sino que teme la falta del padre y precisa que éste lo “muerda”, el caballo hace lo que el padre no, el caballo es el padre que muerde, es el padre que su padre no es y cada caída del caballo es la falta del padre no el padre, es el padre gefallen (caído). ¿Hay padre?, el caballo soporta una función a falta de padre y por excedente de madre, quien parece tener el falo, y ahí el falo es Herbert, he ahí el motivo de su angustia. Los historiales más amplios trabajados por Freud con pacientes varones hacen aparecer en el centro de la lógica de la neurosis y la cura dos cosas: 1.‐ en todos aparece como central la problemática de la función paterna, y 2.‐ aparece siempre la figura de un animal en el lugar del padre, al menos en relación con su problemática: los lobos en Sergei Pankiaiev, las ratas en Ernest Lorenz (el hombre de los lobos), y el caballo en Herbert Graf, el pequeño Hans. Como si la zoofobia fuese una manera de articular eso que de la función paterna cayó porque quien se supone que debía de sostenerla no lo hizo. Ahora bien, ¿cómo podemos leer la falla de la función paterna?, de entrada habría dos posibilidades. 1ª.‐ En el caso de las psicosis. Ahí Lacan siguiendo a Freud nos dice que se trata del significante Nombre‐del‐Padre que vuelve desde lo real porque no fue inscrito en lo simbólico; es decir, que si el Nombre‐del‐Padre es el significante que sustituye al deseo de la madre que es a su vez un deseo de no se sabe qué, lo que se dice un enigma, donde el niño queda atrapado representando eso que la madre desea en tanto su falo; el Nombre‐del‐Padre hará a partir de ahí de significante primordial pues al significar el deseo de la madre, sea lo que eso sea, ofrece ya la posibilidad de sentido; donde había enigma aparece un nombre, un hombre que tiene lo que falta a la madre; ahí mismo es cuando la madre deja de ser ese Otro para que sea el padre quien asuma esa función. Ese falo del Otro, del padre, despeja el enigma del deseo como inefable salvando al niño en ese mismo movimiento en la medida en que si el falo lo tiene el Otro entonces el niño no tiene que serlo; aquí para nada es lo mismo ser que tener el falo. Pues bien, esa función falla en la psicosis porque la madre se queda con su niño‐falo sin darle un lugar al padre para que los separta; la metáfora paterna no se ha producido. 2º.‐ En el caso de la neurosis. Es sabido que tanto para Freud como para Lacan la neurosis se sostiene en la Verdrängung, en el no querer saber de la castración, en el no querer saber de la falta. Si la metáfora paterna llega a buen puerto, el niño habrá sido separado de la madre, estará en falta pues a él mismo se le ha quitado a la madre, su pecho, en fin, su objeto que lo completaba6. Así el niño queda castrado por el Otro, por el padre. Ahora bien, si a partir de ahí se produce la represión como un no querer saber de eso, entonces ¿podríamos decir que realmente el padre ha hecho su función de manera exitosa?, ¿por qué si se ha instaurado una ley –la de la interdicción al incesto‐ el sujeto la reprime? ¿es posible que tal ley sea reprimida si fue eficaz? ¿no acaso la neurosis pone de manifiesto que el objeto pequeño “a” producido por el corte se quedó suspendido en su caída en tanto faltante; no es eso lo que sucede al neurótico cuando no quiere saber de la falta, cuando la reprime? Es decir, se produjo el corte pero no la caída. Al menos eso es lo que se desprende de la dirección de un análisis, que al final el objeto que no hay caiga a su lugar, o sea, que la falta tome su lugar que le corresponde en lugar de que el sujeto se siga empeñando en reprimirla, denegarla, desmentirla; ¿no es eso el fin de análisis, que el sujeto asuma su falta, se sepa castrado y haga con eso que no hay algo inédito, diferente a lo que venía haciendo en la medida en que la padecía y gozaba de ella?, ¿no es eso que el gozante devenga en deseante según una feliz expresión de Lacan para referirse al fin de análisis? Es que el análisis es el camino y el proceso que se recorre para que ese corte se produzca al fin, para que la falta caiga en tanto falta y se pase a lo siguiente en lugar de continuar in‐virtiendo la vida en la defensa ante dicha falta de un objeto inexistente, in‐ex ‐istente. Si esto es así, entonces me parece que podemos decir que la metáfora paterna logró en su momento introducir la separtición y entonces la castración, pero esa castración quedó como huella de un objeto in‐ex ‐istente, suspendido como apéndice del sujeto que se putrefacta mientras el sujeto no quiere soltar eso que no tiene, soltarlo a ese lugar de falta que la función paterna produjo pero ante lo que no puede hacer mucho porque no tiene otro objeto para ofrecer en su lugar, así pues la paradoja sería que para que dicha función paterna sea eficaz tiene que fallar; el padre no puede dar ese objeto porque no existe, el falo del padre es un semblante que sólo se sostiene porque la madre apunta su deseo hacia él, hacia el padre y eso es lo que le da su potencia; en todo caso lo único que da –y no es poca cosa‐ es la posibilidad del nombre, Nombre‐del‐Padre, significante que anuncia a la función misma. Es por eso que Lacan nos dice que el padre es simbólico, es una compleja función que hay que aprehender: “Que el padre, por ejemplo, sea el verdadero agente de la procreación, no es en ningún caso una verdad de experiencia” 7 más adelante: “lo importante, en efecto, no es que la gente acepte perfectamente que una mujer no puede dar a luz salvo cuando ha realizado un coito, es que se sancione en un significante que aquel con quien ha practicado el coito es el padre“ 8 y más adelante: “La posición del padre como simbólico no depende del hecho de que la gente haya reconocido más o menos la necesidad de una determinada secuencia de acontecimientos tan distintos como un coito y un alumbramiento. La posición del NombredelPadre, la calificación del padre como procreador, es un asunto que se sitúa en el nivel simbólico”9 El Nombre‐del‐Padre es toda posibilidad de nominación, el sujeto será fulanito porque hay algo del deseo del Otro que le confiere un lugar en su deseo mismo. El nombre es límite a lo real porque es lo más cercano a lo real ya que todo nombre no significa nada, su función es sólo significante no de significado. El nombre amarra lo real, es palabra sin sentido, salvo el que se le supone donde se juega el enigmas del ser del sujeto. Es puro significante y como todo significante no significa nada, sería preciso anudar ese significante a un segundo significante para que pueda existir cualquier posibilidad de significación pues el nombre en tanto significante sólo representa a un sujeto ante otro significante. Entonces la metáfora paterna falla ahí donde tuvo éxito. Logró hacer surgir a un sujeto que no querrá saber nada de ese origen y que arrastrará o cargará desde entonces lo que le falta, hasta que se permita soltar tamaña carga, –pura nada, pura falta‐ , al lugar que le corresponde: no existe El Objeto; y por eso hay palabra. Ya con este avance podemos ver claramente como Herbert Graf se juega todo el tiempo la posibilidad de ser ante un padre demasiado bueno, demasiado castrado, ante un padre a quien le pide que se folle un poco más a su madre según palabras de Lacan: “Digamos que en este momento, Juanito le explica a su padre –Méteselo de una vez por todas donde hace falta”10 más adelante: “Juanito le dice a su padre –Fóllatela un poco más mientras que mi paciente le dice – Fóllatela un poco menos”.11 Herbert Graf se la pasa pidiéndole a su padre que tome su lugar ante él y su madre, digamos entre él y su madre. Asistimos al intento desesperado de Herbert de hacerse un nombre ahí donde su padre no le da el suyo, pues él mismo rehúsa esa posibilidad. Herbert tendrá que hacer poesía, tendrá que crear lo que su padre no puede transmitir: un nombre, y en la medida en que ese nombre es el Nombre‐del‐Padre, lo hará pasar ayudándose del tótem, pero más que del caballo, será de las jirafas, lo veremos a continuación. La forma en que Freud inicia el texto sobre Hans sugiere una doble autoridad: la paterna y la médica. Se trataría de una dificultad para que Herbert lograra introducirse del todo a la función simbólica que la metáfora paterna articula después que la presencia‐ausencia de la madre estableció la base primordial para tal función; así, Herbert tiene ya el antecedente –y por eso no es psicótico‐ que le permitirá dar el siguiente paso y dejar de ser él mismo el objeto de la madre, su falo, para representárselo en el Otro del padre, el problema es que ese padre no acaba de llenar esa función que anuncie al niño que él tiene lo que la madre desea más allá de él mismo (el niño), por lo que el niño podría dormir tranquilo sabiendo que las fauces del cocodrilo no se cerrarán con él dentro, sino que hay una varita que las mantiene abiertas: el falo del padre. El pasaje de la madre simbólica a la real ya está dado así como el objeto inicialmente real, el pecho de la madre ha devenido ya en simbólico, don de la madre, la madre da, hace falta ahora que ese ser sea despojado de tal omnipotencia por medio del padre, he ahí el impasse, la madre retiene a su falo‐niño en tanto que el niño no es al ser objeto de goce del otro materno. En algún momento la cosa se pone verdaderamente negra, a saber, lo schwarz (negro) se anuncia en los calzones negros de la madre para sus excursiones en bicicleta, pero como velo anuncian lo negro sin más metáfora: puro negro, aunque el padre se desvive queriendo encontrar un sentido al color: correajes, bigote, barba. En lo schwarz no hay objeto más que en falta, el de la madre que no ha podido ser metaforizado por el nombre del padre. Un negro enigma. El niño hace intentos por inscribir a la letra el Nombre‐del‐Padre, Herbert haceintentos por escribir su propio nombre, las palabras son un medio privilegiado para él. El problema no es que el padre aparezca como el castrador como Freud piensa en algún momento, sino que precisamente no está y es por eso que Herbert puede ir, estar y regresar siempre con su mami. O nein, ; ich kann ja immer noch zur Mama kommen”12 Esta frase del niño resulta muy llamativa pues aparece algo que nos esclarece que él ya sabe que eso no debe de ser así, digamos que ya no debe seguir siendo así; está el immer noch que se traduce por aún, o por aún puedo siempre, es una palabra que tiene todo su peso y que la traducción de Amorrortu excluye: aún13. Este Herbert llamado Hans por Freud se juega el nombre. Por cierto, cosa curiosa, en Alemania y Austria existe la expresión Ich will Hans, literalmente “quiero a Hans”, pero que tiene el sentido de cuando alguien se pone un reto, acepta un reto, se propone algo o cree con toda su fe en algo, es lo que en México decimos “o me dejo de llamar Fulano de tal”. La fantasía de las dos jirafas. Es pues un hecho que la función del padre cojea para el pequeño Herbert, no sabe aún si es el padre o la madre quien trae a los hijos al mundo, no se han establecido las formas de la sexuación; lo podemos leer con toda su claridad en la escritura del propio Freud: Man merkt es deutlich, wie das Glück in der Phantasie noch durch die Unsicherheit über die Rolle des Vaters und die Zweifel an der Beherrschung des Kinderskriegens gestört wird”.14 La traducción de Amorrotu dice: “Se nota con claridad cómo la felicidad en la fantasía se le estropea aún por la incerteza acerca del papel del padre y la duda sobre quien gobierna la obtención de los hijos”15 Esa Unsicherheit se traduce tanto por incerteza, incertidumbre, como por inseguridad y estamos de acuerdo en que Herbert está inseguro en las fauces de su madre. Es preciso que el padre dé señales de vida, al menos que se encuentre ¡un poco celoso!; pero nada, el buen Max, padre de Herbert le hace saber que no hay ningún problema, que ni siquiera está celoso, por eso Herbert tiene que inventarse y suponer esa posición del padre como si fuera verdad, como verdadera ante la falta de respuesta de este. Herbert le enseña a ser padre a su padre por más que este resiste a ese lugar. Veamos: Max: “¿Te gustaría mucho entonces quedarte con mami?” Herbert: “¡Sí!” Max: “En verdad, ¿por qué echo pestes yo?” Herbert: “No lo sé” (!!) Max: “¿Por qué?” Herbert: “Porque estás celoso” Max: “Eso no es verdad” Herbert: sí, es verdad, estás celoso, lo sé. Eso tiene que ser verdad”16 Notemos cómo el padre rechaza ese lugar que su hijo no sólo le ofrece sino que le exige; lo notamos en dos formas: en primer lugar en la denegación en Max Graf al decir “eso sí que no es verdad”, acentuación de la denegación que se pierde en la traducción (“Eso no es verdad”): H:”Weil du eifern tust” M:”Das ist doch nicht wahr” H:”Ja, das ist wahr, du tust eifern, das weiβ ich. Das muss wahr sein”17 Y en segundo lugar lo notamos en la afirmación de Herbert ante la denegación de su padre cuando responde “Eso tiene que ser verdad”. Herbert supone una verdad que al padre le falta, una verdad que el padre no puede sostener: los celos del padre, su rivalidad, esa que no acaba de inscribirse, esa que establecería la interdicción al incesto y metería un poco de orden en el caos que vive Herbert al punto de no saber aún quien tiene el gobierno de la obtención de los hijos. Ahora bien, si la verdad tiene estructura de ficción según Lacan, es el propio Herbert quien se la inventa, quien la crea a partir de la fantasía de las jirafas, pues sucede que un día va y le cuenta a su padre lo siguiente: “En la noche había en la habitación una jirafa (Giraffe) grande y una jirafa arrugada, y la grande ha gritado porque yo le he quitado la arrugada. Luego dejó de gritar, y entonces yo me he sentado encima de la jirafa arrugada”.18 El padre de Herbert cree dar con la interpretación de la fantasía al decir que él es la jirafa (Giraffe) grande y se aventura aún al sentido fálico ”La gran jifara soy yo, o más bien el pene grande (el cuello largo); la jirafa arrugada, mi mujer”.19 Sin embargo, sólo un poco después, el 29 de marzo que viaja con su hijo a Lainz se despide de su mujer “en broma” (¡!): “Adiós jirafa grande”20, ¿en qué quedamos? ¿no acababa de interpretar según la fantasía de su hijo que él era la jirafa grande? ¿por qué hace esta broma que pone a su mujer en el lugar de ese pene grande (el cuello largo)?, ¿qué incidencias tiene esta broma que se hace como si fuera cualquier cosa? „Die groβe Giraffe bin ich, respektive der groβe Penis“ (la jirafa grande soy yo). Max Graf dixit. „Mammi ist die groβe Giraffe“ (Mami es la jirafa grande) Max Graff dixit. ¿Cómo va a saber así el pequeño Herbert quien hace de padre ahí? No obstante, Herbert insiste en hacer pasar el Nombre‐del‐Padre y ahí la función de la letra es fundamental. Hay sólo una puntuación para que eso produzca anunciando literalmente el Nombre‐del‐Padre, en este caso el apellido paterno, a saber, Graf, pues jirafa, Giraffe, contiene ya al nombre del padre aunque el padre lo rehúsa y se lo pasa a la madre, ella es la Giraffe grande, la Graf. Así Giraffe (jirafa) es el nombre del padre y por lo tanto el del mismo Herbert quien tendría que recibirlo de su padre si este no fuera tan bromista. He ahí la creación, la invención de Herbert, Freud la llama Dichtung (Giraffedichtung) , palabra que se traduce igualmente por creación en el sentido poético. La invención de las jirafas se lee así como creación de las Giraffen, creación del Nombre‐del‐Padre, poesía pura; arte. Dichtung comparte esta etimología y Freud la emplea en su texto de “El fantaseo y el creador literario”21 (Der Dichter und das Phantasieren). Nada impide leer al pequeño Hans de Freud, como un creador. Por cierto que Max Graf fue uno de los participantes en la sociedad de los miércoles y contribuyó con conferencias y escritos “particularmente vinculados a la "metodología de la psicología de los poetas " y reflexiones sobre la música y el arte en general”22 Ese arte de Herbert, realiza la ficción paterna en su estatuto de verdad (eso tiene que ser verdad) ahí donde la metáfora paterna no es sostenida por su padre, el buen Max, quien se dedicaría posteriormente a la música, arte que toma el lugar que antes el psicoanálisis ocupaba en su deseo. Aún más, Herbert se convierte en músico también, específicamente director de orquesta. ¿Podría decirse que siguió los pasos de su padre?, quizá en la medida en que él se lo inventó y lo sostuvo como ficción, ficción de un padre potente y fálico tanto más real cuanto que sabemos que eso no era en realidad. Precisemos además que el rol jugado por Freud ahí fue crucial para que ese lugar simbólico del padre se lograra. Y fue gracias a que Max le escribía con singular entusiasmo a Herr Professor de quien le hablaba tanto a su hijo, sin mencionar además que en su cumpleaños Herbert recibió de Freud como regalo… un caballo de juguete, una mecedora en forma de caballo. ¿de quién era la cosa negra alrededor de los caballos que tanto el padre como Freud suponen como bigote y barba? La cuestión del nombre fue un eje crucial en el análisis de Herbert, el pequeño se esforzó cuanto pudo en sostener una función que al padre le faltaba para que algo de su nombre se transmitiera. Giraffe ⇒ Graf. Casi me atrevo a decir que si hubo algún autoanálisis fue el del pequeño Herbert quien pudo, mediante su creación valerse del Nombre‐del‐Padre para prescindir de él. “La hipótesis del inconsciente, como subraya Freud, sólo puede sostenerse si se supone el NombredelPadre. Suponer el NombredelPadre, ciertamente es Dios. Por eso, si el psicoanálisis prospera, prueba además que se puede prescindir del NombredelPadre. Se puede prescindir de él con la condición de utilizarlo”.23 El padre deja caer la batuta y Herbert se apresura a tomarla para devolvérsela, es desde ese momento que se convierte ya en director de orquesta, profesión a la que se dedicará efectivamente el resto de su vida. Tiene que dirigir los instrumentos de orquesta y sigue siendo un gran seductor, hay que leer nada más la dedicatoria que hace a la viuda de Gustav Mahler, otro paciente de Freud por cierto,: “Para la primera dama del mundo musical, Alma Maria Mahler Werfel, con mis mejores deseos, devotamente: Herbert Graf” (la traducción es mia)24, y hay que ver la entrevista que le hacen en Milan con el motivo de su participación como director de orquesta en la presentación de María Callas: “en mi opinión ella es la mejor intérprete que hay hoy en día en Europa” “in meiner Meinung die beste Sängerdarstellerin die ist heute gibt doch in Europa”25. La fobia de Herbert ocupa pues, como ya sabemos, el lugar que el padre rehúsa y es así también su síntoma, el de su padre, dado que la castración que le impide al padre sostener la función fálica, requisito simbólico para que su hijo sepa algo del ser‐padre con lo cual luego identificarse, la fobia es de alguna forma entonces síntoma del padre en tanto Edipo no realizado, es por eso que el Nombre‐del‐Padre se atora y es ahí, en ese impasse donde una creación realmente artística libera el Nombre‐del‐Padre, a la letra para que entonces el falo pueda ex –sistir más allá del propio Herbert (el cuello largo es la imagen que articula la función simbólica del nombre inscribiendo lo real de la letra por medio de él. Todo un pasaje por el Edipo). Lacan: “El complejo de Edipo es como tal un síntoma. Todo se sostiene en la medida en que el Nombre del Padre es también el Padre del Nombre, lo que vuelve igualmente necesario el síntoma”26 Por eso es que una vez que la Giraffe produce el Nombre del Padre, Herbert puede expresar sus deseos incestuoso por su madre pues ahora ya hay una barrera ante el incesto que se lo permite. Al respecto tendríamos que preguntarnos si la jirafa chica no es también Herbert mismo, el pequeño Giraffe, el pequeño Graf que toma su nombre en la medida en que se lo ha quitado al otro que no quería o no podía darlo (Max: ¿por qué ha gritado la grande? H: porque yo le he quitado la pequeña). La Giraffe no se lee aquí como un símbolo a la manera de la Traumdeutung sino en su función de letra. ¿Por qué Hans? Una hipótesis. Por último una hipótesis sobre la elección del nombre de Hans hecho por Freud. Dicha hipótesis muestra solamente una impresionante correspondencia entre el historial clínico y una canción infantil de dominio popular, tanto como Cri‐Crí lo fue en México durante años. Dicha canción era ya famosa para 1909 en lo que ahora es Alemania y Austria. La canción se llama Hänschen klein, literalmente Pequeño Juanito. Existen varias versiones, originalmente se trata de un niño que se va de su casa y regresa como el hombre de la misma tiempo después, en dicha versión habrían pasado 7 años; en otra versión el niño regresa inmediatamente debido a que su madre llora al haber sido abandonada por él, en esta versión el pequeño Juanito tiene incluso una hermana menor. La letra resulta sugerente en algunas partes donde sombrero y bastón aparecen haciendo referencia a lo que el niño requiere para irse y que le sientan bien. Hay que recordar que primero Herbert dice que la cigüeña tenía un sombrero para de inmediato corregir y decir que no tenía ningún sombrero: “La cigüeña (der Storch) se puso el sombrero cuando trajo a Hanna”, “no, sombrero no tenía”.27 P.60. “und dann hat er sich den Hut genommen, … nein, Hut hat er nicht gehabt” s.65. y en la canción: Stock und Hut stehn ihm gut (bastón y sombrero le sientan bien). Veamos qué dice la canción: Franz Wiedemann 1821-1882 Pequeño Juanito Se fue sólo Al basto mundo Bastón y sombrero Le sientan bien Está de buen ánimo Pero su madre mucho llora ya no tiene más a su Juanito ahora te deseo suerte dice su mirada vuelve pronto siete años melancólico y bien, estuvo Juanito fuera entonces el niño lo piensa bien y se apresura pronto a casa ya no es más un Juanito, no, un Juan grande es frente y mano quemadas por el sol ¿lo reconocerán? Uno, dos, tres, pasan sin reconocerlo No saben ¿quién podrá ser? La hermana dice: ¿qué cara? No conoce al hermano Viene su madre y apenas lo vio Exclama: “¡Hans, hijo mío! ¡! ¡mi hijo!“ Querida mamá, estoy aquí Yo tu Juanito lara-lara-la Créeme, me quedaré Ya no me iré de aquí Y la madre mucho se alegra Y Juanito aún más Porque. Como ustedes saben Es tan lindo estar con ella.28 (En esta canción no hay padre) Letra original: Hänschen klein Geht allein In die weite Welt hinein. Stock und Hut Steht im gut, Ist gar wohlgemut. Aber Mutter weinet sehr, Hat ja nun kein Hänschen mehr! "Wünsch dir Glück!" Sagt ihr Blick, "Kehr' nur bald zurück!" Sieben Jahr Trüb und klar Hänschen in der Fremde war. Da besinnt Sich das Kind, Eilt nach Haus geschwind. Doch nun ist's kein Hänschen mehr. Nein, ein großer Hans ist er. Braun gebrannt Stirn und Hand. Wird er wohl erkannt? Eins, zwei, drei Geh'n vorbei, Wissen nicht, wer das wohl sei. Schwester spricht: "Welch Gesicht?" Kennt den Bruder nicht. Kommt daher die Mutter sein, Schaut ihm kaum ins Aug hinein, Ruft sie schon: "Hans, mein Sohn! Grüß dich Gott, mein Sohn!" Lieb Mama, ich bin da, ich, dein Hänschen hoppsassa! Glaube mir, ich bleib hier Geh nicht mehr fort von dir Da freut sich die Mutter sehr, und das Hänschen noch viel mehr denn es ist, wie ihr wisst, gar so schön bei ihr. No sería nada raro que Freud diera el nombre de el pequeño Hans, (der Kleine Hans) en asociación de esta canción Hänschen klein; sin embargo queda esta hipótesis como una ocurrencia mía por supuesto. No obstante, si tal fuera el caso, asistimos al nacimiento de un sujeto que de ser objeto cantado por el Otro (Volksliede) (canción popular), pasó a dirigir las partituras de la orquesta, la letra musical. La Giraffe, la Graf grande dejó de gritar y él se sentó, tomó posesión de la pequeña Giraffe, del pequeño Graf, tomo posesión de su nombre en tanto Nombredel‐ Padre. Herbert sabía leer y supo escribir e inscribir su nombre en el arte musical. 1 Freud, S. (1909) Análisis de la fobia de un niño de cinco años (el pequeño Hans). Tomo X, Obras completas, Amorrortu editores, Bs. As. Argentina p.118. 2 Gutierre Tibón 1975 (2005). Historia del nombre y de la fundación de México. Fondo de Cultura Económica. México, D.F. p. 24. 3 op cit. P.89 4 Freud, S. (1925) Inhibición, síntoma y angustia. Tomo XX, Obras completas, Amorrortu editores; Bs. As. Argentina. P.99 5 Freud, S.(1909) Análisis de la fobia de un niño de cinco años (el pequeño Hans). Tomo X, Obras completas, Amorrortu editores, Bs. As. Argentina. p. 102. 6 Teniendo siempre en cuenta que la madre y el pecho no son lo mismo. De hecho el corte no se produce entre el niño y su madre, sino entre el niño y el pecho de la madre, pues éste era considerado como propio. 7 Lacan, J. (1958). El seminario 5, Las formaciones del inconsciente. Sesión del 22 de enero de 1958 llamada por Miller “Los tres tiempos del Edipo”. Editorial Paidós, Bs. As. Argentina. p186 8 Op cit. p.187. 9 Idem. 10 Lacan, J. (1957) El seminario 4. La relación de objeto. Sesión del 5 de junio de 1957, llamada por Miller “Las bragas de la madre y la carencia del padre”. Editorial Paidós, Bs. As. Argentina. p. 363. 11 Op cit. p. 364 12 Freud, S.(1909) Zwei Kinderneurosen. Bd VIII. Studienausgabe. Fischer Verlag. Frankfurt am Main, Deutschland. s.46 13 Freud, s.(1909). Análisis de la fobia de un niño de cinco años (el pequeño Hans). Tomo X, Obras completas, Amorrotu editores. La traducción reza: “Oh no! Siempre puedo volver donde está mamá”, p.41 14 Freud, S.(1909) Zwei Kinderneurosen. Bd VIII. Studienausgabe. Fischer Verlag. Frankfurt am Main, Deutschland. S. 82. 15 Freud, s.(1909). Análisis de la fobia de un niño de cinco años (el pequeño Hans). Tomo X, Obras completas, Amorrotu editores. p. 77 16 Freud, S.(1909). Análisis de la fobia de un niño de cinco años (el pequeño Hans). Tomo X, Obras completas, Amorrotu editores. p. 69. (Las negritas son mias) 17 Freud, S.(1909) Zwei Kinderneurosen. Bd VIII. Studienausgabe. Fischer Verlag. Frankfurt am Main, Deutschland. S. 74. (Las negritas son mias) 18 Freud, S.(1909). Análisis de la fobia de un niño de cinco años (el pequeño Hans). Tomo X, Obras completas, Amorrotu editores. p. 32. 19 op cit. p. 34 20 op. cit. p.35 21 Fredu, S. (1907) El fantaseo y el creador literario. En tomo IX, Obras completas, Amorrortu editores. Bs. As. Argentina. p.125 22 Véase “Obras de Max Graf” en Fort‐da, Revista de psicoanálisis con niños. http://www.fortda. org/ 23 Lacan, J. (1975‐1976). El seminario 23. El sinthome. Editorial Paidós. Argentina. p.133 24 Ver imagen en la pagina 21. 25 La traducción es mía. Se puede ver la entrevista en http://www.youtube.com/watch?v=etDIlvodJM8 26 Op cit. p. 23 27 Freud, S.(1909). Análisis de la fobia de un niño de cinco años (el pequeño Hans). Tomo X, Obras completas, Amorrotu editores. p. 60. 28 La traducción es mía

De la novela freudiana al mito lacaniano
Apuntes estructuralistas a los mitemas de la neurosis en psicoanálisis
Mauricio González González

De la novela freudiana al mito lacaniano Apuntes estructuralistas a los mitemas de la neurosis en psicoanálisis Claude Lévi-Strauss El pensamiento salvaje ¿Se puede dar dos veces un mismo regalo? El pretexto que lanza la grafía de este escrito es la aparente posición solidaria de Lacan con Lévi-Strauss al abordar el caso de “El hombre de las ratas”. Aparente en cuanto a que si bien rescata la nominación de “mito individual” neurótico del visitado artículo estructuralista “La eficacia simbólica” (1987a [1949]: 222), e incluso juega con el formalismo estructuralista, Lacan destaca también puntos de diferencia, rasgos irreductibles sobre todo en lo concerniente al discurso del psicoanálisis. En otras palabras, el don de Lacan es hacer pasar por estructuralista un escrito que no se reduce a ello pero que, como don, hace lazo con el etnólogo y que, a cien años de su nacimiento, nos permitimos relanzar conmemorando los regalos levistraussianos. Obertura Después del trabajo que Claude Lévi-Strauss nos heredó sobre mitos, no resulta extraño que enunciar algo en torno a ellos sea, por un lado, un asunto riguroso y sistemático y, por otro, profundamente temerario, pues el grado de complejidad que alcanzó el análisis de este material al fuego de las Mitológicas no tiene precedentes en la historia de Occidente. Asimismo, una breve explicación del quehacer estructuralista en torno al mito tiene por buen puerto al psicoanálisis que, abyecto a la disciplina y la cientificidad, reconoce el lugar del mito para la elaboración del material imposible de elaborar. Así pues, honremos la amistad de psicoanálisis con el etnólogo dando palabras, en reciprocidad, a manera de mirada sonriente hacia su mitología. En un breve artículo aparecido originalmente en 1955 aprendimos, condensadamente, cómo las diferentes variantes de mitos registrados en regiones amplias que incluyen diversos pueblos tienen cierto tipo de transformaciones, nítidas al ordenar sus variantes en una serie, formando una especie de grupo de permutaciones donde las variantes colocadas en ambas extremidades ofrecen, la una con respecto de la otra, una estructura simétrica pero invertida (Lévi-Strauss, 1987b [1955]: 246). Así, se denota un efecto de inversión en los polos de la serie. Es decir, si en un extremo de las diferentes versiones tenemos una novela, en el otro aparecerá un mito. Si en una versión se apela a lo familiar, en el otro extremo habrá otra versión con referencia a lo individual y, si en uno de los polos se interpela en plural, es “natural” que en el otro extremo se lo haga de forma singular. ¿Qué es lo que subyace a este “hecho”? Que “el pensamiento mítico procede de la toma de conciencia de ciertas oposiciones y tiende a su mediación progresiva” (Ibídem.). Es decir que, al hablar Freud de “La novela familiar de los neuróticos” (1909 [1908]) dejo ya en el horizonte que Lacan hablara del “Mito individual del neurótico” (1953), pues enunciar uno implica al otro. Ambas versiones están en relación y no es posible eludirlo, tal como el psicoanálisis ha señalado sobre lo que sucede con la estructuración del yo en algunos infantes (cfr. Lacan, 2001 [1949]). Al revisar en serie las diferentes versiones del mito se puede elucidar una cualidad inmanente a este material: todas las versiones del mito son el mito. Así pues, la búsqueda por la versión prístina del mito, la versión verdadera o la más acabada se torna fútil, pues lo que interesa no es la verdad del mito, sino la relación que habita en cuantas versiones se tenga. El mito, al subvertir la fórmula traduttore traditore muestra de qué está hecho, sustancia que no es otra mas que la de la narración, prescindiendo de la fidelidad a un estilo, un modo o sintaxis, como sucede, por ejemplo, en la poesía (Lévi-Strauss, 1987b: 233). Primer movimiento Si bien un mito puede leerse desde sus diferentes versiones, es preciso comenzar con la lectura de cada una de las versiones, método que sin lugar a dudas debemos al apego de Lévi-Strauss a la música: para leer un mito hay que surcarle melódica y armónicamente. La melodía es aquella que obtenemos al seguir una pieza bajo su curso diacrónico, lineal y, la armonía, cuando leemos una partitura orquestal en amplitud, es decir, la partitura de todos los instrumentos involucrados en la pieza bajo un plano sincrónico de página a página. Pero ¿cuáles son las notas que seguimos en un mito? Aquí destaca la enseñanza que su amistad con Jakobson dejó: los mitemas, variante mítica de los fonemas que apelan a las unidades constitutivas del mito. Un mitema está constituido por relaciones, haces de relaciones que a través de las diferentes combinaciones adquieren un significancia. Vayamos entonces al material para ilustrar lo dicho, no sin antes hacer una advertencia, tal como Lévi-Strauss hace a los filólogos en torno del mito de Edipo, pues no pretendemos con esto dar “el sentido” del trabajo lacaniano, sino tan sólo ofrecer una lectura que emule parte del ejercicio que el propio Lacan se impuso, dando así una imagen al mejor estilo de un bricolage. Así, siendo consecuentes con la lectura sincrónica y diacrónica de los casos presentados en el “Mito individual del neurótico”, podemos establecer sus mitemas de la siguiente manera: Freud escribe el caso de “El hombre de las ratas”. Casamiento ventajoso del padre. Renuncia al amor de la mujer pobre Deuda del padre con el regimiento El padre le empuja a casarse con una mujer rica. La deuda de los Quevedos a A, B y la dama del correo. El pellizco a la sirvienta de la posada Pago a la dama del correo mediante un giro Freud sustituido por la dama rica Poesía y verdad de Goethe Hermana astuta de Lucinda Lucinda empobrecidaMaldición de LucindaFederica Brion Atuendo prestigioso Disfraz de teólogo Disfraz del mozo de una posada Franqueamiento de la prohibición Hermana de Federica Brion Escape precautorio ante el objeto deseado RicaPobreDeudaDon +--+ El cuadro nos permite leer los casos tal como nos guía la versión Lacan de este mito, de izquierda a derecha, desde arriba hacia abajo (melódicamente), visitando el caso de “El hombre de las ratas” y la autobiografía de Goethe. Asimismo podemos leerle por columnas y denotar los pares de oposición que así surgen (armónicamente), tal como también lo mostró Lacan. En esas oposiciones se destaca lo que ya Lévi-Strauss había denunciado en torno al objeto del mito, a saber, proporcionar un modelo lógico para dar un lugar a la contradicción. En cuanto más insalvable sea dicha contradicción, el mito tenderá a un crecimiento infinito. Por otro lado, la frecuente repetición de secuencias en los mitos, tal como se denota en el cuadro precedente, es una de sus cualidades que hasta antes del trabajo estructuralista mostraba opacidad, pero, bajo dicho análisis la repetición se da a ver bajo una función específica: poner de manifiesto la estructura. Así, la repetición no se confunde con una reproducción o réplica, porque una repetición lo es si y sólo si repite las relaciones que pone en juego. Los mitemas de la neurosis que este escrito contiene nos hablan de la contradicción insuperable que se establece entre pobreza y riqueza, mutuamente excluyentes pero solidarias e, hirientemente, complementarias. Más aún, muestran cómo la deuda, tal como lo mostró Marcel Mauss, maestro de Lévi-Strauss pero también de Lacan, es una irrupción en el circuito del don, circuito determinado por tres obligaciones: dar, recibir y devolver. Para el caso de “El hombre de las ratas” la deuda reside en la no devolución monetaria pero, en el caso de Goethe, en la consecuencia de haber roto el circuito de reciprocidad, es decir, la guerra o su inminencia, pues se ha negado la alianza y la comunión (cfr. Mauss, 1971 [1923- 1924]: 170). Ahora bien, leyendo más allá del eje de las x y de las y, es decir en torno a la terceridad (z), podemos ver que la inversión hecha desde la novela freudiana al mito lacaniano no sólo es de nominación, pues hayamos en el último escrito una crítica a la posición tradicional de cómo se presentan los anudamientos en la “constelación” familiar, es decir, “el deseo incestuoso por la madre, la interdicción del padre, sus efectos de barrera y, alrededor, la proliferación de síntomas” (Lacan, 1978: 56). Lacan destacará un elemento del por qué el complejo de Edipo en sociedades como la nuestra “para nada es normativizante sino, es el caso más frecuente, patógeno”, a saber, “el padre es siempre, en algún aspecto, un padre discordante en relación a su función, un padre carente, un padre humillado” (ibídem.). Así pues, padre imaginario y simbólico están diferenciados desde la estructura y, bajo un elemento que el estructuralismo dejó de lado, por la contingencia, histórica, singular a cada caso. La radical prescripción del “caso por palabras de Barthes, es enunciado: el discurso universitario. Segundo movimiento ¿Qué lugar para le mito en la actualidad? Lévi-Strauss ha señalado que no está lejos de pensar que en sociedades industriales “la historia sustituye a la mitología y desempeña la misma función, ya que para las sociedades ágrafas [término bastante bochornoso para el propio Lévi-Strauss, Derrida se lo hizo saber en su momento] y que por lo tanto carecen de archivos [tal como nosotros los concebimos] la mitología tiene por finalidad asegurar, con un alto grado de certeza [...] que el futuro permanecerá fiel al presente y al pasado” (Lévi-Strauss: 2002 [1977]: 74-75). Este hecho no es sin cierta pérdida, pues el principio de no contradicción que impone la racionalidad de la ciencia a la historia le impide bordear y bordar sobre las contradicciones sociales, culturales, subjetivas... tal como el mito lo hace, sin que por ello dejen de existir movimientos que ponen en tensión esta condición, pues es común que el mito se cuele ahí por donde la racionalidad pretende desecharle, insistiendo una y otra vez, constituyendo procesos de “remitificación” que pueden alimentar ciertos anhelos de estabilidad, limitando la mirada sobre tópicos y sus respectivos abordajes críticos (cfr. Sironneau, 1986). Esta remitificación parece dar cuenta de una variante más de eso que Agamben nombra como la consagración de un absolutamente Improfanable al que aspira la religión capitalista (2005: 107). Siguiendo a Benjamin, el filósofo italiano nos muestra cómo el capitalismo en una etapa como la actual integra todo medio hacia el consumo y el desuso, el espectáculo. La remitificación denuncia un proceso de secularización del mito, que no es otra cosa que “una forma de remoción que deja intactas las fuerzas, limitándose a desplazarlas de un lugar a otro” (ibíd.: 102), conservando el carácter inarticulable del mito sagrado a esferas no sacras, imposibilitándole un uso y, más aún, un uso inédito y exterior a la hegemonía del capitalismo tardío. No obstante, el uso que el dispositivo analítico hace del mito individual posibilita mirar, caso por caso, cómo el mito puede formar un medio que se escinde de la cooptación capitalista. No obstante, y en esto vale la pena andar despacio, este uso es sumamente acotado y no consolidado, no totalizado, ya que tarde o temprano, la constitución de otra variante mítica o, mejor aún, de otro mito advendrá y sujetará de alguna u otra forma al analizante, forma nuevamente ajena a algún potencial uso exterior a la lógica de acumulación de capital. En otras palabras, la función del mito como útil analítico desituado de la religión capitalista, subvirtiendo su lugar sacro, es puntual y evanescente, tal como se concibe al sujeto en psicoanálisis.1 Para Lacan el mito pertinente a la práctica analítica está muy bien delimitado, pues en “el psicoanálisis, al operar con el discurso que lo condiciona [....], no se obtendrá otro mito más que aquel que permanece en su discurso: el Edipo freudiano” (1993 [1970]). De esta manera deja ver cómo aún en sociedades postindustriales, a la manera salvaje, el mito de Edipo opera. Ahí donde se pueda contar hasta tres, donde exista una interdicción que marque la discontinuidad entre el acceso y la prohibición para cierta o ciertas formas de alianza (Lévi-Strauss, 1991 [1981]: 59). Lévi-Strauss, a pesar de su posición “semiológica” como le ubica Sperber a causa de sus afinidades a la lingüística estrcutural (1988 [1978]: 77-112) reconoció en Freud a alguien que conservó el “aporte espiritual” de los mitos. En La alfarera celosa, libro de 1985 reitera: Las nuevas interpretaciones que nos da de ellos [de los mitos], las versiones originales que propone, el eco que despiertan en todas las capas de nuestra sociedad atestiguan que el mito de Edipo por no citar más que ése sigue siendo para nosotros vivo y eficaz. En ese sentido y como parecía hace treinta años, no debemos vacilar a situar a Freud después de Sófocles entre nuestras fuentes de ese mito. Las variantes producidas por Freud respetan las leyes del pensamiento mítico: obedecen a sus tensiones, aplican las mismas reglas de transformación. (Lévi-Strauss, 2008 [1985]: 186) Bajo el breve vistazo hecho a los mitemas lacanianos podemos afirmar la inclusiónde Jacques-Marie-Émile Lacan dentro de esa serie, serie que a partir de Freud no sólo conserva el “aporte espiritual” dek mito, sino que lo radicaliza al grado de dar cauce a cierto tipo de malestar. El mito bajo el dispositivo psicoanalítico actualmente guarda una vitalidad y vigencia imposible de soslayar en cuanto a su potencial subversivo para todo sujeto. ¿Se puede dar dos veces un mismo regalo? No podemos contestar sino sólo de costado: si como el mito nos muestra un regalo está compuesto por todas las versiones del regalo, una posibilidad se esboza; sin embargo, nunca puede ser el mismo, pues la mismidad de ese regalo se rompe ahí donde la singularidad de cada versión desborda la lógica de todas las demás versiones, ahí donde A ≠ A. Bibliografía AGAMBEN, Giorgio, 2005 “Elogio de la profanación”, pp. 95-119, en Profanaciones, traducción de Flavia Costa y Edgardo Castro, Buenos Aires, Adriana Hidalgo editora (Filosofía e Historia), 125 pp. FOUCAULT, Michel, 1999 La verdad y las formas jurídicas, [1978], sexta reimpresión, traducción de Enrique Lynch, Barcelona, Gedisa (Colección Hombre y Sociedad, Serie CLA DE MA, Filosofía / Sociología), 174 pp. FREUD, Sigmund, 1996 “La novela familiar del neurótico”, (1909 [1908]), pp. 1361-1363, en Obras Completas, traducción de Luis López-Ballesteros y Torres, Tomo II, Madrid, Biblioteca Nueva, 3667 pp. 2005 “La novela familiar de los neuróticos”, (1909 [1908]), pp. 213-220, en Obras Completas, segunda edición, traducción de José Luis Etcheverry, Tomo IX, Buenos Aires, Amorrortu, 253 pp. 2005 A propósito de un caso de neurosis obsesiva (“el Hombre de las Ratas”), [1909], pp. 119-249, en Obras Completas, segunda edición, traducción de José Luis Etcheverry, Tomo X, Buenos Aires, Amorrortu, 276 pp. LACAN, Jacques, 1978 “El mito individual del neurótico”, [1953], pp. 37-59, en Intervenciones y textos, texto establecido por Jacques-Alain Miller, Buenos Aires, Manantial. 1993 Psicoanálisis, radiofonía y televisión, [1970], tercera edición en español, Barcelona, Anagrama. 2001 “El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia analítica”, [1949], pp. 86-93, en Escritos 1, [1966], vigésima primera edición en español, traducción de Tomás Segovia y Armando Suárez, México, Siglo XXI (Psicología y Etología), 509 pp. LÉVI-STRAUSS, Claude, 1968 Mitológicas I. Lo crudo y lo cocido, [1964], primera edición en español, México, Fondo de Cultura Económica (Sección de Obras de Antropología), 395 pp. 1987a “La eficacia simbólica”, [1949], pp. 211-227, en Antropología estructural, [1958 y 1974], traducción de Eliseo Verón, Barcelona, Paidós (Básicos), 428 pp. 1987b “La estructura de los mitos”, [1955], pp. 229-252, en Antropología estructural, [1958 y 1974], traducción de Eliseo Verón, Barcelona, Paidós (Básicos), 428 pp. 1991 Las estructuras elementales del parentesco, [1981], traducción de Marie Therèse Cevasco, Barcelona, Paidós (Básicos), 575 pp. 2002 Mito y significado, [1987 [1977], traducción de Héctor Arruabarrena, Madrid, Alianza Editorial (Ciencias Sociales, El libro de bolsillo, Antropología), 111 pp. 2003 El pensamiento salvaje, [1962], traducción de Francisco González Arámburo, México, Fondo de Cultura Económica (Colección Breviarios), 413 pp. 2008 La alfarera celosa, [1985], Barcelona, Paidós (Surcos, 37), 216 pp. MAUSS, Marcel, 1971 “Ensayo sobre los dones. Razón y forma del cambio en las sociedades primitivas”, [1923-1924], pp. 153-263, en Sociología y antropología, traducción de la cuarta edición francesa de Teresa Rubio de Martín- Retortillo, Madrid, Tecnos (Colección de Ciencias Sociales, Serie Sociología), 432 pp. SIRONNEAU, Jean Pierre, 1986 “El retorno del mito y lo imaginario socio político”, Casa del Tiempo, traducción de Jacques Gabayet, Número extraordinario: 63, 64 y 65, México, Universidad Autónoma Metropolitana, abril-junio: 31-42. SPERBER, Dan, 1988 El simbolismo en general, [1978], traducción de J. M. García de la Mora, Barcelona, Anthropos (Colección Autores, Textos y Temas, Antropología, 3), 187 pp. 1 Con esto no queremos colocar al psicoanálisis como una práctica de liberación de las relaciones de poder, como se le quería convencer a Foucault después de unas conferencias en Brasil (cfr. Foucault, 1999 [1978]: 166-167), sino mostrar cómo el abordaje del mito individual de cada neurótico, bajo el dispositivo analítico, puede llegar a constituir un uso inédito del mito, inédito en relación al que se le asigna dentro de las condiciones estructuradas por el capitalismo. Uso límitado que impide caer en una idealización de la práctica analítica.

¿QUÉ ES UN NIÑO?
Por: Dra. Virginia Hernández Ricárdez

¿QUÉ ES UN NIÑO? “… no me atrevo a darle una explicación. … Algo parecido le pasa muchasveces en el dormir al familiarizado con el psicoanálisis. Despierta de un sueño, se resuelve a analizarlo sin dilación, torna a dormirse satisfecho con el resultado de su empeño, y a la mañana siguiente ha olvidado sueño y análisis.” 1 Pero si Hans había olvidado su análisis, el psicoanálisis no se olvidó de los niños ya que fueron objeto de permanentes observaciones destinadas a corroborar las hipótesis obtenidas en el tratamiento de los adultos. Sin embargo no se les consideraba posibles pacientes más que dentro del ámbito familiar, seguramente debido a la propia convicción de Freud de que el análisis del pequeño Hans sólo fue posible por la concurrencia de la autoridad médica y paterna en una sola persona, y por la unión del interés científico con el interés familiar. Este ideal de unión entre padre y analista, dio como respuesta que entre 1919 y 1921, Melanie Klein analizara a su hijo Erich; el relato de esa experiencia la validó como analista; y por esas mismas épocas Anna Freud hizo su análisis didáctico con Sigmund Freud, su propio padre. Hechos que son por lo general ignorados, o dejados de lado, pero que son cuestiones fundamentales porque son los dos modelos en los 1 Freud, Sigmund. Análisis de la fobia de un niño de cinco años (1909), OP. CIT. Pág. 118. 2 que se asentaron los comienzos del análisis con niños. Por supuesto, esto no es lo único que queda silenciado en este nuevo espacio clínico, quizá lo más importante es lo que bien señala Silvia I. Fendrik en su libro Psicoanálisis para niños. Ficción de sus orígenes: “… la imposibilidad de dar razón de lo que ocurre con la transferencia en el caso de los niños‐pacientes de sus propios padres.” 2 No podemos olvidar que estás dos mujeres, Melanie y Anna, se convirtieron en los dos pilares del análisis con niños, y sus escuelas reflejaron el conocido antagonismo entre ambas. Antagonismo que tuvo su origen en dos versiones opuestas que intentan dar respuesta al mismo problema: la unión entre padre y analista. Como señala Silvia Fendrik, son antagónicas porque son miradas especulares. Una es la versión discursiva de la madre que ha analizado a su hijo, y la otra es la versión discursiva de la hija que ha sido analizada por su padre. Atrapamiento fantasmático, algo de lo real que insistirá a lo largo de los años y que tiene su efecto en sus propuestas clínicas. Lo real, que no cesa de no escribirse, y que insistirá en los intentos aislados de reflexión sobre la dirección de la cura en los análisis de niños que no logran avanzar. Para nuestra fortuna, con los años el fuerte antagonismo entre las dos corrientes o escuelas de pensamientos fue debilitándose, de hecho entre las personas o entre los grupos se fueron estableciendo lazos de amistad. Quizá porque las necesidades que plantea el trabajo con los niños suscita tales dificultades que las 2 Fendrik, Silvia I. Psicoanálisis para niños Ficción de sus orígenes, Buenos Aires: Ed. Amorrortu.. 1989. Pág. 12. propias posiciones se ven rebasadas o quizás porque ya no tiene ningún sentido mantener la rigidez a ultranza. De todas formas existen todavía algunas dificultades sobre las que quisiera detenerme aunque sea muy someramente. El psicoanálisis de niños como reflexionan la mayoría de los autores sigue siendo un territorio de analistas mujeres. Es un hecho bien conocido que son pocas las excepciones de analistas varones (D. W, Winnicott por ejemplo), que se han dedicado al análisis de niños, por lo que tal parece que el psicoanálisis responde a la tradición de la cultura que concede a la mujer un saber innato en tanto madre potencial, para comprender a los niños. Esto quizás debido a que en el registro de lo Imaginario, las mujeres poseen un saber que les permitirá, vaya a saber cómo, entender al niño. Y cómo poseen ese saber, eso no es cuestionado. Se tratará entonces de un saber inefable que las mujeres poseen con respecto a los niños, lo cual impide buscar las causas de esa apropiación en la propia historia del psicoanálisis infantil. Si en un primer tiempo, la unión de la figura del analista y la autoridad paterna era recomendada, es hasta un segundo momento cuando el psicoanálisis de niños empezó a plantear sus propias problemáticas: la presencia del cuerpo del niño, la actuación del niño durante el tratamiento, el problema de la transferencia, la realidad de su dependencia respecto a los adultos, la presencia de los padres, la atemporalidad del inconsciente y la historia del niño, sólo por mencionar algunas cuestiones. De tal suerte que trabajar con niños no sólo implica el reconocimiento de los propios límites, sino también como afirma Silvia I. Fendrick, responder a la historia que se hereda, de la cual se lleva las marcas, se sepa o no. Después de esta brevísima introducción, me acercaré al meollo del asunto. “Nos enseñaron desde niños cómo se forma un cuerpo sus órganos sus huesos sus funciones sus sitios pero nunca supimos de qué estaba hecha el alma” Mario Benedetti El desarrollo de todo niño se presenta plagado de incógnitas, tantas que cuando trabajamos con ellos nos enfrentamos con la pregunta acerca de la niñez, porque: ¿Qué es un niño? No alcanza con el registro de lo biológico, con la presencia de un organismo vivo para encontrarnos con un niño, existe otro orden, un orden que nos permite encontrar en ese organismo el registro del jugar, y de amar. Sabemos que el psicoanálisis se caracteriza por la importancia concedida al deseo en la constitución subjetiva.3 Es por los acontecimientos del registro del deseo que podemos intentar responder a ciertas preguntas: ¿cómo se transforma un cuerpo de la necesidad, un cuerpo de la alimentación, de los excrementos, de la sobrevivencia, en un cuerpo del deseo? ¿Cómo se constituye un sujeto? ¿Cuáles y cuantas vicisitudes influyen en su desarrollo? Para ello partiremos del hecho de que el niño es un sujeto en situación de estarse constituyendo como tal, por eso cuando se trabaja con niños a diferencia del trabajo con adultos, la edad se convierte en un elemento importante, ya que en la constitución subjetiva también interviene el tiempo. En ese sentido no da lo mismo haber pasado o no por determinados momentos fundantes para la subjetividad. 3 Mannoni, Maud. El niño retardado y su madre Buenos Aires- Barcelona-México: Editorial Paidós. 1ª Edición. 1984. Pág. 53. Puede pensarse una diferencia en los niños marcada por la sucesión temporal, por una “cronología del desarrollo”, ya que son diferentes tipos de niños con los que nos enfrentamos en el trabajo psicoanalítico y que van desde el niño que se reconoce en el espejo, el niño del fort‐da, el niño que descubre la castración materna, (el pequeño Hans), o el niño con acceso a la escritura, el de la latencia. 4 Pero, cómo distinguir a un niño de un adulto siguiendo las coordenadas estructurales además de las del significante, propongo para ello hacer un breve recorrido por Freud y Lacan. PARA SIGMUND FREUD. El tema de lo infantil fue desde los inicios del psicoanálisis un problema central. Lo infantil fue un concepto esencial que dirigía la cura hacia los conflictos procedentes de la infancia, a la que se le consideraba como fuente de toda neurosis. Desde el comienzo de su quehacer clínico S. Freud descubre primero en el recuerdo de acontecimientos sexuales, escenas de la realidad y más tarde en lo que se considera la fantasía neurótica, los fundamentos de lo que alcanzará después un valor traumático. De esta forma orienta sus investigaciones hacía la búsqueda de la vida sexual infantil. En su conocido trabajo Tres ensayos de teoría sexual (1901 – 1905) refiriéndose al infantilismo de la sexualidad adulta afirmó: 4 Dinerstein, Aida. Cuestiones acerca de una clínica de niños graves. Niñez y locura, México: Inédito, 1º y 2 de marzo de 1996. Conferencia en YOT’AN. “Vislumbramos así una fórmula: los neuróticos han conservado el estado infantil de su sexualidad o han sido remitidos a él. De ese modo, nuestro interés se dirige a la vida sexual del niño.” 5 En estos tres ensayos, describe el complejo de Edipo y desarrollará un poco después su complemento el complejo de castración. Define los estados por los que pasará el sujeto como la infancia, latencia, pubertad. El desarrollo libidinal del niño tendrá que encontrarse con la diferencia de los sexos y de las generaciones, proceso que vive con sus padres, será con ellos con quien y por quien constituirá los conflictos organizadores de la libido. En Tres ensayos, Freud plantea la disposición perverso polimorfa de la sexualidad infantil, las diversas fases propuestas por él están ligadas a las distintas zonas erógenas, que nacen por el apuntalamiento de las funciones corporales importantes para la vida y que se transformarán en zonas asociadas a la consecución de placer. En este trabajo Freud define el autoerotismo como un modo de actividad sexual, en el cual la pulsión no se dirige hacia otra persona, sino que busca obtener satisfacción en el propio cuerpo del niño, quedando definido el autoerotismo como la forma en que la pulsión se satisface en la zona erógena desprendida de la necesidad. Si en un principio la satisfacción sexual está vinculada con la necesidad, tenía un objeto, el seno materno; será por efecto de la formación de una representación total de la madre, efecto logrado por el corte que brinda su ausencia, que la pulsión buscará restaurar la relación original perdida, de allí que para Freud el encuentro de un objeto es siempre un re‐encuentro. 5 Freud, Sigmund. Tres ensayos de teoría sexual (1901 -1905), Tomo VII, OP. CIT. Pág. 156. El niño pequeño, es un ser débil, e indefenso que permanecerá por largo tiempo como vasallo del Otro para satisfacer sus necesidades vitales, pero también es quien se encuentra al acecho de todo lo que pasa a su alrededor, quien no se pierde de nada de lo que ocurre a su alrededor, por lo que el Otro se convierte en el lugar primordial desde donde se incorpora la vida. Lugar en donde la demanda se impone sobre la necesidad y donde el deseo quedará amarrado a la palabra. Por ello es que los distintos agujeros de su cuerpo, lugar de la necesidad y la demanda, funcionarán sólo en relación con los significantes del Otro. Por tanto el cuerpo quedará atrapado en la red significante tejida por el Otro. Para explicar este hecho, Freud, propone las fases oral, anal y fálica que serán seguidas por un periodo de latencia. Estos momentos son cruciales en el movimiento de una estructura que se incorpora según la diacronía del complejo de Edipo. Todo este desarrollo de la sexualidad constituye para cada niño una prehistoria, que solo se historizará o resignificará por la primacía del Falo a partir del Edipo. El complejo de Edipo reúne en sí, el momento en el que el niño descubre la diferencia sexual y la ley que obstaculiza sus deseos hacia la madre, durante él, se da la dinámica de las identificaciones, que tendrán como resultado la identificación primaria con el padre de la prehistoria personal. Una vez asumido el complejo de castración para el niño y de el Penisneid para la niña, empezaría el largo periodo de latencia con la subsecuente pubertad, y es a través de los reordenamientos estructurales de estos periodos que quedaría marcado el límite entre el niño y el adulto. De tal manera que para Freud el complejo de Edipo será el “núcleo de las neurosis”, además de ser una etapa obligada de todo ser humano. Pues es bajo el abrigo del padre, en tanto portador de la castración y de la promesa, lejano representante del padre de la horda primordial, como terminará la evolución edípica para dar paso al período de latencia. De esta forma podemos afirmar que el complejo de Edipo freudiano sostiene que para ser hombre o ser mujer, no basta con lo biológico, pues el ser humano no se reduce a la conformación anatómica, fisiológica, ni genética, ni hormonal, y por cierto tampoco al sometimiento a una ley divina, no es un mandato de dios. Por el contrario, el complejo de Edipo intenta resolver de un modo bastante arduo a ciertas preguntas formuladas por la humanidad: ¿qué es ser hombre? ¿Qué es ser mujer? Pues responder como hombre o como mujer, es una cosa muy distinta al establecimiento del sexo macho o sexo hembra. En realidad Freud sostiene que sean cuales fueren las vicisitudes de la vida amorosa de un sujeto, ésta tiene siempre como referencia la relación con la madre y el padre del complejo de Edipo, de tal manera que a partir de Freud, sabemos que la forma como uno fue amado o no, en su condición de hijo, determinará la forma como uno amará o no amará, y de cómo uno se dejará o no se dejará amar. Pero al mismo tiempo y lo más importante, es que la filiación está determinada por el lenguaje, y no por mecanismos biológicos, pues en realidad todos somos hijos adoptivos de nuestros padres, quienes nos adoptan en un acto de amor simbólico. Pues el complejo de Edipo es como una matriz que ordena amores y odios en referencia al parentesco, cuya esencia no pasa por los lazos de sangre naturales, sino por vínculos generados por las palabras entre los sujetos. Podemos decir que lo que hace a un sujeto, hermano, suegro, padre o hijo, no es tanto una realidad biológica, sino el resultado del lenguaje, de la palabra. Pues como bien descubrió Freud, un hijo habita en el lenguaje de su madre desde mucho antes de haber nacido. Podríamos decir que se trata en realidad de cómo una existencia real viene a encarnar ese lugar de hijo. Por ello puede decir Lacan, que el significante introduce en lo real algo, en este caso el hijo, que antes no existía. El niño en el útero, es ese real imposible de la vida que se desarrolla, pero que está ligado a la trama imaginaria y simbólica del inconsciente de la madre. Así que podemos decir que un niño, es más una creación del lenguaje, que el producto natural de la unión biológica de un óvulo con un espermatozoide. Por eso es mejor decir que se trata de una criatura, más que de un cachorro, pues cachorro es un animal joven, en cambio el niño es una criatura creación del lenguaje. Tanto como, los duendes, los elfos o lo unicornios. De allí que podemos observar como Freud trata al pequeño Hans, como un sujeto ya totalmente sensible a los efectos de la palabra y de la estructura familiar. El caso Hans 6, le permite a Freud confirmar sus ideas acerca de la sexualidad infantil, la angustia de castración y el complejo de Edipo. Además le permite corroborar la normalidad de la neurosis infantil, y propone a través de este caso la comprensión de la fobia. Aunque quizás lo más importante es que este caso, demostró la posibilidad de analizar a un niño pequeño, pues se trató de escuchar las palabras que provenían de un niño de 5 años, aunque como es sabido, estas palabras eran llevadas por el padre al analista que era Freud; y permitió imaginar una especie de profilaxis de la infancia, por medio de una educación que tuviera bases psicoanalíticas. Gracias a este proceso, el propio niño se transformó en sujeto de estudio para el psicoanálisis al igual que el neurótico, convirtiéndose ahora en la fuente original a estudiar, proporcionando su testimonio sobre la realidad de la neurosis infantil, y al mismo tiempo suscitando la expectativa de poder prevenirla con un adecuado manejo. 6 Freud, Sigmund. Análisis de la fobia de un niño de cinco años (el pequeño Hans) (1909), Tomo X, OP.CIT. Para S. Freud, lo infantil remite entonces a otro nivel, al de la historia humana que hereda un sujeto, lo que implica que adquiere también los fantasmas originarios que colman o saturan su historia de vida. De allí que el niño encuentra su lugar entre una atemporalidad de lo inconsciente y una historia singular, hecha de novedades, de azar, pero sobre todo de ciegas repeticiones. El genio de Freud consiste en señalar que las consideraciones anatómicas nada ayudan en ese punto. Pues no alcanza con la observación tanto del exterior como del interior del cuerpo para discernir la diferencia de los sexos. Pues la palabra designa un más allá de la materialidad de la carne, el organismo queda atrapado en la dialéctica del deseo y es interpretado por el significante. El descubrimiento de Freud indica que es imposible apelar al instinto para dar razón de la sexualidad humana, pues si algo demostró es que el inconsciente desconoce la biología y no ubica en la vida biológica, nada de lo que Freud postuló como las llamadas funciones parciales, oral, anal, escópica e invocante. En el inconsciente, y por cierto en el discurso en general, la diferencia sexual anatómica es significantizada y reducida a la problemática del tener fálico, en tanto que las pulsiones parciales ignoran la diferencia sexual. Por ello es que la orientación del deseo sexual como tal, merecía una explicación tan complicada como el complejo de Edipo. El inconsciente aunque atemporal, está sin embargo ligado con la historia singular del sujeto. Así que en el trabajo psicoanalítico del niño, la cuestión de la temporalidad es fundamental pues incluye la dimensión de la historia del propio niño. Pues por un lado se tiene la idea de un desarrollo madurativo de la sexualidad que implica una dimensión temporal, y por otra la historia de un sujeto en vías de constituirse como tal. De este modo encontramos en Freud una prehistoria que quedará definida como la época que precede al Edipo, se trata de una historia velada por la amnesia infantil, y una historia que es la que se sustenta en la relación del niño con sus padres, el lugar que ocupa en sus fantasías. El vínculo entre la historia y la prehistoria del niño es difícil de abordar. Porque si identificamos el tiempo con la idea de un desarrollo físico y este lo ligamos con el desarrollo psíquico, podemos caer en la idea equivocada de que exista un proceso madurativo en el quehacer pulsional, o del aparato psíquico, lo cual nos impediría pensar en la influencia de la historia del niño. (O sea las articulaciones con el fantasma). Y caemos en una psicología psicoanalítica del desarrollo, como un proceso meramente evolutivo. El niño es un sujeto que se encuentra en el momento de atravesar por esos momentos reconstruidos por la teoría freudiana, por lo que se considera que se encuentra en constitución, en devenir. Es por ese devenir que la clínica con el niño requiere de valorar las modalidades temporales, prehistoria, historia, más el presente y el porvenir. Por ello los conceptos freudianos adquieren en la clínica infantil un nuevo valor, pensemos por ejemplo que la represión está llevándose a cabo, las identificaciones están en pleno proceso, etc. Por eso es muy común que se confunda el registro vital, con lo psíquico. Para complejizar un poco más, tenemos la idea de retroactividad, que es un concepto fundamental en el pensamiento de S. Freud. Esta retroactividad remite a dos momentos, uno de los cuales dará sentido, valor traumático al otro. En el segundo acontecimiento se efectúa un encuentro con lo desconocido, lo imprevisible, es la apertura inducida por el presente sobre el pasado, que eventualmente se convierte en fuente de patología. Según Freud el primer evento no se comprende cuando sucede, es hasta que ocurre el segundo evento que el primero cobrará sentido. Debe aclararse que la retroactividad es un funcionamiento esencial de todo sujeto, y no está reservado a las patologías, aunque para Freud, está también ligada a la violencia, casi siempre, del encuentro del niño con la sexualidad del adulto. Se trata de un desfasaje entre la sexualidad infantil y los mensajes que le son enviados por el adulto. Este desfasaje permite que el acontecimiento solo exista en forma de huellas mnémicas que serán reorganizadas con el nuevo evento. Y si todo recuerdo, es un recuerdo encubridor, entonces se trata también de una retroactividad que opera sobre las huellas de hechos, pero también sobre los fantasmas del deseo. PARA JACQUES LACAN Para Lacan el Otro del lenguaje preexiste al sujeto, por lo que la incorporación a la estructura es mucho más precoz. En su trabajo sobre el estadio del espejo, Lacan da cuenta del punto de inseminación del orden simbólico, en el hecho de que la imagen especular para el infans, sea asumida con verdadero júbilo, aun antes de que se objetive la dialéctica de la identificación con el otro y antes de que el lenguaje sea apropiado por el niño. Propone entonces que esta condición sitúa al yo, desde antes de su determinación social, en una línea de ficción irreductible para siempre. El estadio del espejo es un drama que precipita de la insuficiencia orgánica a la anticipación, desde las fantasías de cuerpo fragmentado hasta lo que llama una forma ortopédica de su totalidad. El estadio del espejo es fundante para el sujeto pues en él se da el punto de inseminación simbólica que regula lo imaginario, y permite nuestra relación con los otros. Ley simbólica que regula el intercambio de significantes. Tenemos entonces que un niño recibe de su madre el intrincado pulsional, y durante meses no tiene la menor idea de tener un cuerpo, lo siente, pero no sabe que lo tiene. Sólo gracias al estadio del espejo es que adquirirá un cuerpo, este momento produce un antes y un después. Antes no tenía idea de poseer un cuerpo y después lo tiene en una imago unificada. Sin embargo también por efecto de lo simbólico, es que lo que el sujeto ve en el espejo es una imagen nítida, o bien fragmentada, inconsistente, incompleta. Esto depende de su posición en relación a la imagen real. Cuando termina el estadio del espejo, por la identificación con la imago del semejante y el drama de los celos primordiales, aparece la pregunta por el deseo del Otro, es a partir de aquí que el yo constituye sus objetos siguiendo los momentos marcados por el complejo de Edipo. En este estadio se fundan las identificaciones yoicas del sujeto que constituirán los ideales de la persona, a partir de la estructura ya incorporada. Por lo que podemos afirmar que el niño es: “… un ser que puede ser dominado, presa ideal de todas las tentativas de domesticación de su goce.” 7 En un trabajo posterior, el seminario de La Relación de Objeto, Lacan despliega el Edipo a partir de los conceptos de castración, frustración y privación, empieza por la relación originaria del sujeto con la madre, en la etapa calificada como preedípica, articulándola con el padre simbólico, real e imaginario. El padre imaginario es sobre el cual se realiza toda la dialéctica de la agresividad, la identificación; es el que constituye el soporte psicológico de las relaciones con el semejante. El padre real es aquel sobre el cual está vinculada la incidencia del complejo de castración. 7 Valas, Patrick. ¿Qué es un niño?, en Niños en psicoanálisis, Argentina: Editorial Manantial, 1° Edición. Pág. 13. “Si la castración merece efectivamente ser distinguida con un nombre en la historia del sujeto, siempre está vinculada con la incidencia, con la intervención del padre real.”8 El padre simbólico es el que está situado en un más allá, sustentado en el padre muerto y no representado en ninguna parte. En la relación preedípica con la madre lo que prevalece es lo referente al falo, la madre es considerada en cuanto a su presencia como objeto de amor. El falo por tanto es el significante privilegiado porque representa la marca donde el lenguaje se une al surgimiento del deseo. E impone que sea desde el lugar del Otro donde el sujeto tenga acceso a él, el problema es que en tanto significante está allí velado y como deseo del Otro, hace que el sujeto tenga que reconocer, el otro que es él mismo. “De esta necesidad de reconocimiento, el sujeto es inconsciente y, sin duda, por eso necesitamos imperativamente situarla en una alteridad de una clase que no habíamos conocido hasta Freud. Esta alteridad se debe al puro y simple lugar de significante por el que el ser se divide con respecto a su propia existencia.” 9 Entonces nos encontramos con que en cuanto a su existencia, el sujeto se encuentra constituido de entrada como división, porque su ser se hace representar en otra parte, en el significante, mismo que está en un tercer lugar. Y eso es lo que estructura al sujeto en esa descomposición de sí mismo, sin la cual no entenderíamos lo que se llama el inconsciente. 8 Lacan, Jacques. Seminario IV. La relación de objeto 1956-1957, Texto establecido por Jacques Alain Miller, Barcelona-Buenos Aires-México: Editorial Paidós. 1° Edición, 1998, Pág. 223 9 Lacan, Jacques. Seminario 5. Las formaciones del Inconsciente. 1957-1958, Texto establecido por Jacques Alain Miller, Buenos Aires-Barcelona-México: Ed. Paidós, 2004, Pág. 264 “El sujeto ante esto, ofrece su vida concreta y real, que se acompaña ya de los deseos en el sentido imaginario, en el sentido de la captura, en el sentido de que hay imágenes que lo fascinan, en el sentido de que, con respecto a dichas imágenes, se siente como yo (moi), como centro, como amo o como dominado.” 10 Es que en la relación imaginaria, como sabemos, la imagen de sí, del cuerpo, desempeña en el hombre un papel primordial tan importante que acaba por dominarlo todo. Por ello se requiere de un símbolo de ese margen que lo separa de su deseo y debido al cual su deseo siempre está marcado por la alteración que experimenta por la entrada en el significante. El símbolo general de esa falta fundamental necesaria para que el niño pueda introducir su deseo en el significante. Se trata de la función constituyente del falo en la dialéctica de la introducción del sujeto a su existencia pura y simple y a su posición sexual, todo esto no es posible de deducir si no hacemos del falo, el significante fundamental por el que el deseo del sujeto ha de hacerse distinguir como tal deseo, así sea del hombre o de la mujer Este recorrido le permite a Lacan sostener que el deseo, sea cual fuere, tiene en el sujeto esta referencia fálica. Eso es lo importante, pues lo que esto quiere decir, es que el deseo del sujeto recibe su potencia, su poder de un significante, sólo si éste falta. Y según Lacan esto es lo esencial de la experiencia analítica descubierta por Freud. Por ello afirmó Lacan: “Lo que les he demostrado es que todos los accidentes, los tropiezos que encontramos en la evolución del niño, y ello hasta el más radical de esos 10 IBID. Pág. 281 tropiezos y esos accidentes, están relacionados con esto, que el niño no se encuentra solo delante de la madre sino que delante de la madre está el significante de su deseo, a saber el falo.”11 Debido a esto, es que el orden simbólico interviene en el plano imaginario, precisamente porque el complejo de castración traslada a este plano todo lo que se juega en relación con el falo. La intervención del padre introduce la ley, estableciendo para el niño un orden que rebasa a la pareja real, y del cual el niño podrá esperar la evolución de los acontecimientos. Lo que Freud descubrió es que la dialéctica primordial del deseo, supone una relación tercera que hace intervenir, la presencia del personaje, deseado o rival, pero siempre tercero, que es el padre, más allá de la madre. Este tercer término es esencial porque es el que permite todo o lo prohíbe. Hablando del caso del pequeño Hans, dirá que es el momento de la aparición del orgasmo, pene real, lo que tendrá efectos sobre el niño, pero no basta la aparición de esta potencia sexual en el niño para que se produzcan todos los efectos del complejo de Edipo, para eso es necesario el soporte simbólico, mediado por el padre simbólico que es dice Lacan en este trabajo, el nombre del padre, cuya función es la de ser: “… el elemento mediador esencial del mundo simbólico y de su estructuración.” 12 Será este Nombre‐del‐Padre lo que va a permitir que el niño salga de esa relación brutal con el Otro materno, y será también lo esencial a toda articulación del lenguaje humano. Es que sólo a partir del Padre puede haber un más allá del Otro Primordial. 11 IBID. Pág. 293 12 Lacan, Jacques. Seminario 4, OP.CIT. Pág. 289 Se trata entonces de la castración materna anterior, sincronía del Edipo, fundada en la metáfora paterna; que es la función de significante que condiciona la paternidad. “… la atribución de la procreación al padre no puede ser efecto sino de un puro significante, de un reconocimiento no del padre real, sino de lo que la religión nos ha enseñado a invocar como el Nombre‐del‐Padre.” 13 El Nombre‐del‐Padre es quien realiza la operación sustitutiva del significante paterno, por el Deseo de la Madre, en la metáfora paterna, con lo cual el niño puede reconocer o simbolizar el lugar en donde la ley se ejerce para que el deseo de la madre quede reprimido. La metáfora paterna será entonces lo que permita que el niño no quede capturado en ese Deseo de la Madre, que Lacan dirá que el niño vive como experiencia de devoración, será el Nombre‐del‐Padre lo que permitirá la existencia del sujeto, no en cuanto a su lugar de sujeto en el mundo, sino de su existencia en cuanto a sujeto. Lo que significa “…que la condición del sujeto S (neurosis o psicosis) depende de lo que tiene lugar en el Otro A.” 14 y que eso que tiene lugar responde a todas las leyes del discurso. 13 Lacan, Jacques. De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis ESCRITOS 2. OP. CIT. Pág. 538. *Neologismo inventado por Lacan. “Condensación entre parler (hablar) y être (ser) ... sutil polisemia que permite leer en ese trazo de escritura, que el ser es porque habla, que es aquello que habla; eso inscribe en él la letra, y es por la letra.” 14 110 IBID. Pág. 530. El sujeto está determinado por la palabra desde antes de su nacimiento. Su articulación de la metáfora paterna es la articulación sincrónica del Edipo. El niño es entonces un sujeto marcado, dividido por los efectos del significante, un parlêtre 15* que no dispone del acto sexual, por lo que no tiene acceso al goce sexual, con lo cual tanto Lacan como Freud coinciden en encontrar la incidencia del complejo de castración como el límite entre el niño y el adulto. En cuanto a su síntoma, en 1969, en las dos notas enviadas a Jenny Aubry, Lacan describirá dos posiciones para el síntoma del niño, definiendo al síntoma como el “representante de la verdad”. 16 En el caso de la neurosis en el niño, se tratará de “la verdad de la pareja familiar”, con el entretejido de deudas simbólicas y deseo insatisfecho. Es cuando “la distancia entre la identificación con el ideal del yo y la parte tomada del deseo de la madre” 17 encuentra en la función del padre una mediación. En el caso de la psicosis “la articulación se reduce en mucho cuando el síntoma … compete a la subjetividad de la madre”, 18 el niño queda involucrado como correlativo del fantasma de la madre, ocupando el lugar del objeto perdido para ella, cualquiera sea la estructura propia de la madre: “El niño realiza … el objeto a en el fantasma”. 19 Forclusión del nombre del padre, que al no mediar entre la identificación con el ideal del yo y el deseo de la madre, deja al niño fuera del orden del discurso, a no ser más que para ocupar el lugar del plus de gozar. 109 Levi Hambra, Adalberto, El Agujero Inaugural, en El discurso del psicoanálisis, coloquios de la fundación 4. México: Siglo Veintiuno Editores. 1ª Edición. Pág. 149. 16 Lacan, Jacques. Dos Notas Sobre el niño, Intervenciones y textos 2. OP. CIT. Pág. 55. 17 IBIDEM. 18 IBIDEM. 19 IBID. Pág. 56.

Realidades y Ficciones

El psicoanálisis Como experiencia de la palabra y la transferencia
Susana Dato

Realidades y Ficciones El psicoanálisis Como experiencia de la palabra y la transferencia Experiencia de la palabra en el sentido fuerte. Esa que hace al mundo, al cuerpo del Otro y al cuerpo del que es primero habitado por y después habitante del lenguaje. Esa palabra que pierde al Ser al producirlo. Esa palabra, toda potencia al decir de Lacan que hace que algo exista, que se haga presente sólo a partir del momento en que es dicho. Así Dios creó el mundo, dice la Biblia. Así Freud el Demiurgo construyó inventando las escenas traumáticas, aquéllas de los orígenes de la subjetividad, dicen los textos. Así Lacan introduce nombrando, un elefante en su Seminario. Confirma de este modo la ficción como único existente posible. El Ser que habla entonces, vive en un mundo que él mismo inventa, construye no sin su Otro. La Realidad fáctica no es anterior a lo que de ella se dice, sino su producto. Lo Real, imposible de ser pensado, será lo que sobra, puro resto, con lo que tal vez se pueda hacer algo diferente a través de la transferencia puesta en acto. Escribe Freud en el caso Isabel de R: “No siempre he sido exclusivamente psicoterapeuta. Mis historiales clínicos carecen de sello científico. Son más bien piezas literarias. Parecen novelas basadas en los movimientos de los personajes”. Esto es el psicoanálisis y la vida. Una puesta en escena en la que los personajes a veces caen. La caída se convierte entonces en posibilidad de transitar otros caminos. Algunos retornan al escenario inventando nuevos guiones. Otros desaparecen. ¿Cómo pensar los orígenes del Ser Hablante sino en el encuentro, el choque violento con algo que le es tan ajeno, exterior al organismo vivo, como la palabra? En el principio habría sido la palabra. Pero la palabra en tanto Acto. Puro primer tiempo mítico, en el que con ellas se hace, en el que El (tercera persona, el otro nombre con el que Lacan leyó el Inconciente freudiano) dicho, construye, realiza. Pero ¿Cómo se hace posible el encuentro de dos órdenes tan disímiles? Alguien, algo tendrá que acercarlos, enlazarlos. Otro Primordial que obliga, (en el sentido de la Nobleza) a meterse en eso que la palabra al nombrar ordena. Eso que irremediablemente se perderá al ser nombrado. Cuenta Jorge Fuckelman que alguna vez alguien le dijo: “tuve 4 hijos y a los 4 les puse nombre”. Qué extraño suena repetirlo! Más extraño habrá sonado en el momento en el que lo que se escuchó es que nombrar no pertenece al orden de lo natural. Pero Lo Real nombrado, eso es la ficción!! Ese acto nació a los hijos, única manera posible de entrar al mundo humano. ¿Qué hace nacer? Esta es una de las preguntas que recorre el historial del Pequeño Hans: qué da vida a un hijo. Tal vez tengamos tiempo de encontrarnos con ella en los mitos que la responden. Alguien nombrado es entonces irreemplazable. Una vez instalado en el mundo simbólico imposible salir de él. Esta es una primera afirmación de Lacan que modificará con el tema de la segunda muerte. Hasta Freud se las arregló para ilusionarse con la sustitución como posibilidad saludable. “Duelo y Melancolía” es el texto más claro en este sentido. Sus perros inmortales en el nombre, encarnan esa creencia (Jean Allouch) ¿Saber algo de lo insustituible será la condición de saberse necesariamente convertido en algún momento en “para siempre” olvidable? Pero retornemos a los primeros y gozosos tiempos instituyentes de la vida en el campo de la palabra y el lenguaje. Las palabras son lo que nombran. Saben lo que nombran. Se cree en ese Saber. Saber que funda el que lo transmite. Poder y saber transferidos de las palabras al que las dice. De un análisis también se espera que el poder y el saber vuelvan a ese lugar original, el de las palabras, no sin modificaciones. “Soy el Amo de las palabras” dice Humpty Dumpty. Ilusión compartida por muchos. Estos demonios yoicos hacen decir a André Green en un homenaje hecho a Lacan en un aniversario de su muerte: yo digo, hablo de lo que sé. Estas (im)posturas frente al Universo Simbólico exigen muchas otras operaciones en las que no entraremos por ahora. Mucho tiempo antes es imposible sobrevivir sin dejarse penetrar: las palabras se imponen. Es en esa imposición que se opera la entrada del Ser al mundo humano: primera operación constitutiva de la subjetividad. Maravilloso viraje producido por Lacan: ya no se trata de la Psicosis Paranoica imponiendo sus palabras en la nosología psiquiátrica sino de un momento constitutivo necesario de la sujeción humana al mundo de la palabra. Este acto despatologizador tiene antecedentes sobre todo en los tiempos fundantes del psicoanálisis de Freud. ¿Podrían pensar los psiquiatras la alucinación como fenómeno normal, como lo hace Freud en el historial de Ernest Lanzer? ¿Cómo convertir el dolor del síntoma histérico en un chiste? Freud mostrará que el mecanismo que los produce es el mismo! En este momento Freud es un hereje. Simultáneamente y sobre todo después del codo de los años 20 virará de posición. Aunque no totalmente, algo de la herejía conservará. Científico hereje!! Tal vez esta posición es la que lo sostiene como analista. La que le permite acoger de otro modo la palabra del que habla. Esto naturalmente no siempre lo logra. La palabra necesariamente carente, incoherente para el psiquiatra, insuficiente para controlar las pasiones, supone la enfermedad como pérdida del dominio. El único agente de dominio posible es el Yo en tanto mediador entre las pulsiones y la realidad enseñaba Freud. Esto tiene actualidad en la vida cotidiana: ahora se habla de manejar: en nuestro medio (convoquemos a esas inexistentes comunidades) se maneja la transferencia, los pacientes: tu manejas adolescentes preguntó un analista a otro, que afortunadamente respondió con una estruendosa risotada. Productos que se venden. Todo sería manejable. Dan ganas de recordarles a los que eso creen: Sres. lo único manejable es un aparato! Lo que no tiene vida. No es deseable desde el psicoanálisis, convertir a un ser que habla en esa cosa. ¿La pulsión será educable, controlable, entrenable, equilibrable? Hay artículos publicados en los que se habla de la preparacion de los postulantes a analistas, que usan estos verbos como aquéllos que convienen a la profesión. Será profesionalizable el psicoanálisis? Esto forma parte de la jerga de todos los días: son tan profesionales algunos doctores! Hay que escuchar en lo cotidiano las ideologías: puros ideales que atrapan y empobrecen el lenguaje, convirtiéndolo en la gastada moneda de Mallarmé. Insoportable invento de Freud: nuestras palabras nos delatan, dicen lo que no sabemos, eso de lo que no queremos saber: lo dicho está atravesado por lo sexual. Palabras minadas y contaminadas de sexo, según el feliz hallazgo de Susana Bercovich. Habrá Amo que las domine? Alguien intentando disculparse , llamó por teléfono explicando los motivos de su tardanza :“Es que no puedo avanzar por el tráfico, dijo inocentemente, estoy atrapada en Santa Catarina.” Después de cortar (con) la comunicación, no ajena a ese otro modo de escuchar, el analítico, se preguntó: yo atrapado en una santa que impide avanzar. Qué tiene que ver conmigo? Si esto no es un síntoma, el síntoma dónde está? En el consultorio del analista, claro. Sólo con él se completará al decir de Lacan, lo sancionará en el sentido del chiste como tal. Para que haya síntoma tiene que haber analista. Para que haya análisis, Lacan dictamina, tiene que haber analista. No es tan elemental como parece: Analistas no Amos, aunque al analista se lo ama. Pero la pureza no existe en psicoanálisis, tampoco en la vida. Si transitamos los historiales de Freud, en algunos momentos hay un analista que recibiendo, da la palabra al que la pide. En muchos otros, demasiados a veces no, sólo hay Amo. Afirmación conmovedora, trepidante. Nos mueve a los que nos sabemos en deuda con Freud, del lugar en el que estamos parados. Pero él no es el único. En cada análisis hay momentos, es esperable que muy fugaces, en los que hace falta decir desde ese lugar. Después se sabrá si fueron fructíferos. Desde las primeras y refrescantes histéricas hasta Isabel de R y Dora, picos de oro las llama divertido Lacan, Freud se encarga de inyectarle a ellas sus pacientes, las que lo padecen, una serie de objetos de amor, heterosexual claro. Serie iniciada con el padre como corresponde a la teoría que está inventando y que finaliza con él en tanto analista al cual le serán transferidos los deseos, fantasías y todos los fragores posibles de la más tierna infancia. Desde esos primeros momentos los dos lugares, del Amo y del Analista, se hicieron presentes en sus análisis en distintas proporciones. La variación estará dada (es una conjetura) según el interés teórico y personal del caso. El historial del pequeño Hans- Herbert Graf pródigo en el tema del significante, es producto de un pedido de Freud al padre. Tenía que mostrar las pruebas de que la sexualidad infantil existe como realidad en los primeros años de vida de los niños. Esto le serviría para refutarle a Jung su teoría de la sexualidad infantil como creación de la adultez. Así Hans se convertirá en Das Kleine de su madre, su padre y también de Freud , encarnando, conteniendo ese saber que ellos debían extraer. Pero se producirá un extraño viraje. La Fobia eclosiona y ya nadie lo soporta. Hans molesta a sus padres con sus miedos. Esto lo pone a Freud en el lugar del que sabe y cura. Un día Hans y Max su padre, visitarán a Freud en su consultorio quien los recibirá diciéndoles (como Dios a Moisés desde el Sinai según Lacan): yo sabía que un día iba a venir un niño contándome de sus amores con la madre y los celos por el padre… Ya antes Freud había ocupado ese lugar. Cuenta Max Graf que le preguntó si creía que Olga estaba en condiciones de casarse, obteniendo la siguiente respuesta: Ahora no, pero dentro de un año sí!!! Max obedeció, Olga también. Freud seguía siendo su ( El de quién) analista. Vuelve Max al que sabe ( por qué Freud no habrá escuchado sus reiterados pedidos de ocupar, de ser arrojado a su diván ?) y pregunta: puede ya ser madre? Freud otra vez tranquilamente responde. Tiene el Saber y el Poder de la Respuesta. Hans lo sabía: sólo el Buen Dios- Padre sabe lo que vendrá. Pero ése ¿Será el mismo Freud que decía, cuando un analista se encuentra(en serio) con alguien a quién le da la palabra, tiene que escucharlo como si fuera la primera vez que oye decir algo de una vida, porque esa vida es absolutamente original y singular. Otra historia muy diferente es esa nombrada por él, como Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina. En el nombre delata me parece, su interés. La homosexualidad no es genética, biológica. Es edípica! Este es su gran hallazgo. En el relato no hay palabras de la muchacha, hay un modo de construir el intento de suicidio a partir de la polisemia. Ese Niederkommen que condensa dos verbos, caer y parir está dicha por Freud. Al caer realiza el deseo de parir…un hijo del padre. Verdad doctrinaria confirmada! Las palabras del que habla no son necesarias. Esto Sidonie nunca se lo perdonó. No por razones morales sino estéticas. No importaba que fuera su padre. Pero era tan feo ese hombre! Feo, bajito y rechoncho! Jamás hubiese soportado acostarse con él. Freud se indigna ¿Cómo no respetar eso tan humano que es la prohibición del incesto? Esto le hace decir a Allouch: pero es que Sidonie era una esteta! He ahí otra manera, jubilosa, de acoger la palabra. Desde el principio Freud fue serio y distante con ella. La primera vez que fue a su consultorio se le acercó graciosamente con una reverencia a besarle la mano. Rápido y acartonado él la quitó. Fue la única vez que lo vio sonreír. Cuántos analistas lo siguieron en este estilo! Hay que estar duritos, no moverse ni reírse. Obligaciones de la neutralidad. ¿Y qué de la palabra y la sonrisa como el Pharmakon del análisis! Hasta la muerte le reprochó Sidonie a Freud (petrificado en este punto en el lugar del Saber) no haberla reconocido como completamente inocente. Si no hubiese sido un cretino se hubiese dado cuenta de eso, dijo en el lecho de muerte casi a los 100 años. Un siglo sosteniendo a ese hombre que no había entendido nada de lo que ella le había dicho! Margarethe Csonka (su nombre parental) sólo pedía ser reconocida en su posición esencial: la inocencia era la manera en que ella se ubicaba eróticamente con las mujeres y los hombres. Los perros no mienten, son absolutamente fieles e inocentes. Están amarrados al Amo. Esa era su posición en el Amor: la del Amo. Sabe y muestra, enseña cómo se ama de verdad. Es la inventora de esa nueva figura del amor, la de los Amores Perros. Es Jean Allouch quien la lee. ¿Qué le pasó a ese Freud que se divertía con los desafiantes cuestionamientos de sus histéricas? ¿Qué lo hace retirarse, hacer un estruendoso mutis por el foro, caer del lugar de analista de esta otra bella? Estragos del psicoanálisis. Esa joven, homosexual hermosa e inteligente, con la cual no querría encontrarse en la calle, cuyos ojos le dan miedo (es su escritura, la de Freud). Qué le pasa que comete creo el único acto bárbaro, desquiciado como analista? Pero no, no es el único, está también el término del análisis del Hombre de los Lobos. Lacan a propósito de la Angustia produce el 9 de enero de 1960 su gran invento, el objeto @ a partir de ella, por ella, para ella. Objeto que pone en circulación bajo la forma de una hostia en su auditorio. Acompaña su acto con palabras: despréndanse de esa porquería que no sirve! Conviértanlo en deshecho! Tírenlo por el excusado! Es una mierda! Y ya más tranquilo: pásenlo al contiguo… En esta puesta en escena que es la vida ¿Quién se salva de la Amitud? Ese análisis concluye (¿habrá iniciado?) cuando Freud sospecha que la muchacha lo quiere engañar como engañó al padre. Entonces interrumpe el análisis y la manda con otra, analista- mujer. Lo mismo hace con Anna. Sidonie no obedece. Su hija si, se va con Lou Andreas Salomé. El padre del Hombre de las Ratas es ciega, enteramente confiable, no miente para su hijo. Esta operación, la producción, el juego con el señuelo, Ernest la realizará con Freud. A La Joven Homosexual en cambio, desilusionado, la castiga echándola. Cómo se metió Freud en la Pastoral analítica haciendo del psicoanálisis una Religión? Respuesta de Lacan: jugando él que se decía ateo, no creyendo en Dios con las cartas de Dios. ¿No es esto equivalente a la fijación de un término al análisis de Sergei Petrov? De esta manera queda fijado a ese término fijado por Freud que le hace perder su nombre paterno y convertirse- fijarse en el nombre: el Hombre de los lobos “de” Freud para ese mundo al que le estaba impedido insertarse por cuestiones de clase. (Cualquier resonancia con el de genitivo del Goce que da existencia al Otro no es azarosa) Convertirse en el hombre de Freud, ser tragado por él era lo más horrorosamente temido: satisfacerlo en tanto objeto borrándose subjetivamente) Niño rico dirá Lacan. Se podría agregar, niño rico protegido por la cofia de la buena suerte con la que según la tradición familiar nació. Cofia, velo del que se quejaba porque se convertía en obstáculo, le impedía ver y escuchar. (Y qué de la escena de los orígenes construida- inventada por Freud, donde de lo que se trata es justo de lo visto y lo oído?) Eso que lo ubicaba como velado viviente, velado en vida (¿La Momia del psicoanálisis de Lacan?) quien sabe lo que sea, eso lo amurallaba. Lo protegía de que algo malo le pasase. Y vaya si lo protegió! Su vida transcurrió en una especie de “pasa nada” aburridísimo del que salió por un tiempito primero con los cuentos infantiles, después con la Biblia, y más tarde con los poetas y novelistas que le permitieron el acceso a otros mundos distintos al de la Cofia- velo. Ese mundo creado por el personaje impedido, personaje que sostuvo hasta la muerte. Paralelamente a la Nada que pasa, las grandes tragedias: suicidio del padre, de la hermana, de Teresa su mujer. La Revolución Bolchevique lo despojó de sus riquezas y la Nada sigue pasando. Pero la Gracia de las mujeres analistas algo cambió. Se convirtió, promovido sobre todo por Muriel Gardiner en pintor y escritor. Ruth Mack Brunswick lo posibilitó. Con sus obras vivió más allá de las mensualidades que Freud hizo pagar a la comunidad analítica en retribución a la Gran Deuda teórica contraída con Sergei Petrov. No es poca cosa un analista deudor de su paciente, de aquél que lo padece a la manera de ”vida, pasión y muerte de nuestro señor Jesucristo” muerto en la cruz por los pecados de los hombres y del padre. Sacrificio dirigido al Padre. Realizado por y para el Padre. El Dios Padre. Sergei nació un 24 de diciembre. Se creía especialmente afortunado por esto. Otro motivo para considerarse único: haber sido el paciente preferido de Freud. Por fortuna Brunswick lo cayó de ese lugar. Consecuencia: desaparición de la alucinación del agujero (en la nariz). El problema que queda sin resolver: qué hacer con los otros agujeros? Pankieff se murió internado en un Hospital Psiquiátrico. Félix Deutch cuenta que azarosamente reconoce en Ida Bauer a aquella Dora de los historiales de Freud y le pide una entrevista. Ella acepta y lo cita en su casa. El se hizo acompañar por un amigo otorrinolaringólogo!! Cómo leer las coincidencias? (Mejor sólo tomar nota de ellas, dejarlas registradas para otros. Esto hizo Freud con sus metidas de pata, las escribe. Así fue posible que otros las leyeran haciendo algo diferente.) El marido les abrió la puerta, los hizo pasar y se retiró. La dejó en sus manos. Nunca volvió ese seguro empleado servidor. Dora, recostada en su cama se queja de esos hombres infieles, egoístas y pedigüeños que hacen a las mujeres frígidas. De ellos quiso vengarse durante toda su vida. Pero la venganza es una producción del análisis de los 2 sueños que organizan su historial!! Una palabra dicha en transferencia a los 18 años. Esa palabra que habría causado según su analista amante de las causas perdidas, la interrupción de su análisis. Vengarse en esos tiempos de Freud, del Sr. K y del padre, ahora del marido. De ese marido, el único que podría haber tenido según Félix Deutch, nunca se separó. El se murió de un infarto. Prefirió la muerte a la separación, interpretará Deutch . Su muerte le produjo una serie de síntomas cardíacos, ahogos, dolores, palpitaciones. Y mucho miedo de morir tras él. Su madre se había muerto en 1912, su padre la siguió en 1913. Junto con la vieja Sra. K. consigue trabajo como instructora de Bridge, juego muy de moda en los 20’ en los grupos de Damas Alcurniosas. Juego de complicidades y astucias. Así rodeada de mujeres, sigue admirando la blancura de la piel de esa mujer a través de la cual quiso saber los misterios del deseo y la sexualidad. Aquélla que podría haber dado respuesta a sus preguntas la deja sola, la abandona como esos hombres. Dora responderá sin saberlo esas preguntas que organizan los 2 sueños, en y con su vida. Con su vida y con su muerte, como cualquiera de esos seres que hablan. Ida Bauer, constipada como su madre, pone fin a sus aventuras con un cáncer de colon. Significativo, esa mujer a la que despreció en vida le dio material para la muerte. Juntas iban a los Baños Termales a limpiarse. Queja del padre y de Dora: a la Sra. Bauer sólo le interesa su constipación. Así encuentra la entereza. Freud también lo dirá a su modo: sufre la psicosis del Ama de Casa. Está centrada en su limpieza . Muda fidelidad a esa madre que no sabía de los hombres, las mujeres ni el deseo. Madre despreciada a la que Freud le dio en transferencia el lugar de deshecho familiar. Para Lacan la casa es el Otro. Uno es invitado y entonces habita a ese Otro. La Casa de los Bauer está sucia. Arde de sucia. ¿Será la enfermedad que ese padre transmite la que ensucia y contagia? Eso imposible de limpiar en la vida. “Su muerte se convirtió en una bendición para los más cercanos. Fue una de las histéricas más revulsivas que conocí”. Félix Deutch lo dijo así en resonancia con otra voz, la de Freud: “la identificación a la madre fue la oportunidad que tuvo para descollar por lo insoportable.” Conservó esa posición hasta la muerte. Es impresionante cómo un analista no destituido del lugar del Saber y el Poder puede perseguir hasta la muerte. No hay caída, sólo un bajón. Pero, cómo sostener ese extraño lugar que hay que hacer caer? Lacan lee en Freud que lo que hace falta es renunciar al poder que ese lugar confiere. ¿Y qué de ese otro Freud que sostiene la transferencia en la persona del analista? Freud- Padre, Freud en relación al padre. El Pere-sonne. ¿Qué resuena en ese padre eterno, el padre del psicoanálisis, lugar del que algunos grupos analíticos no lo mueven? Después de muerto, alguien que ha sido sigue siendo en lo que los que quedan hacen de él. Una cosa es ser fundador y otra distinta es ser padre. El que funda da lugar con su muerte a otros lectores de lo fundado. Quien no renuncia a la paternidad permanece aun muerto formando parte de lo eterno. Lo dice Freud en “Lo perecedero”. A esto se opone Lacan cuando convierte al analista en función. Eso que vía deseo del analista apunta desde el inicio a su caída. Porque el Otro no existe, es un puro invento neurótico. Esa es otra enormidad del psicoanálisis. No hay qué esperar ni a quién pedir, tampoco a quién reprochar. Difícil cortar con el reproche: no hay Otro causa de lo que no funciona. Pero sí de lo que cojea, susurra Lacan en Los Fundamentos del Psicoanálisis dialogando con Freud cuando afirma que cojear no es un pecado. Desprenderse del peso de tener que darle existencia al Otro alivia pero también angustia. Freud decía: lo único que tenemos es la vida, entonces hay que vivirla lo mejor posible. Lo dijo sabiendo que la vida no se tiene, sólo se vive. ¿Será posible dirigir hacia la vida misma esa fuerza con la que intentamos sostener al Otro como existente? Mi apuesta casi un divertimento, ubica al psicoanálisis cercano a las Bellas Artes. “Sólo hay belleza de lo efímero” sostuvieron algunos artistas. Con el esplendor, pompa, boato y circunstancia del Barroco. Las artificiosas escenografías (saludemos al pasar a Herbert Graf incluyendo en una puesta exitosísima en el escenario del Met de Nueva York a un caballo en vivo. En eso convirtió Herbert grande al temido objeto del pequeño Hans!) Grandes montajes con magníficos decorados que valoran la fugacidad del instante (el sujeto como pura articulación de Guy Le Gaufey?) Producción destellante que inmediatamente desaparece. Las fiestas barrocas que, como la ópera de Wagner y el teatro de la vida conjuga todas las artes. Un arquitecto, Antonio Sant Elía sugería construir casas que duraran menos que los arquitectos. Sus construcciones de hielo serán una muestra de esto. Los japoneses valoran el carácter fugaz de la vida convirtiendo la imperfección, lo perecedero, los espacios asimétricos e inacabados en aquello que hace a la obra de arte consonante con la fragilidad de la vida humana, oponiéndose a la Gloria y Eternidad de Dios. ¿No es así como se debería recibir lo que se dice en cada análisis? Una singular y enigmática obra de arte a descifrar. La Música considerada como la forma de arte más efímera, sólo existe en el tiempo mientras se toca, mientras se escucha. Después queda en la memoria. Más después aun se olvida. El olvido como lo que hace falta hacer. Aquello que conduce el final de los análisis. Lo que conduce al final de la vida.

La cultura del Mal… estar.
Por: Eduardo García Silva

La cultura del Mal… estar. Así, la Ley se erige como garante de toda convivencia. Pero en los hechos nos damos cuenta que dicha Ley no excluye al malestar, más bien al contrario lo hace surgir en la medida que no todo está permitido, en la medida en que impone una renuncia al placer propio en beneficio del bien social. Si realmente la Ley fuera un garante, entonces no habría ningún problema entre dos sujetos de la Ley. ¿Por qué la Ley no excluye al malestar si para eso está pensada?, porque hay algo que siempre escapa a sus imperativos: el deseo, pues el deseo es justamente lo que la ley desprende de su discurso en aquello que no logra anudar en sus preceptos y prohibiciones, basta con enunciar una prohibición para que alguien se pregunté “¿y qué pasa si sí lo hago?”, para que lo prohibido comience a ser deseado. En este sentido podemos decir que no se prohíbe lo que se desea, sino que lo prohibido, por ser prohibido desencadena al deseo, así la Ley hace al delito, y mejor dicho, al delincuente como aquél sujeto que se encuentra, que tiene una posibilidad de ser ahí donde el Otro lo reconoce como siendo delincuente. El ser se encuentra ahí posibilitado desde el campo del otro. Para el psicoanálisis la dimensión simbólica de la palabra que siempre llega del lenguaje en tanto que antecede al sujeto, lo que le permite constituirse como sujeto, como siendo algo, alguien, está siempre del lado del Otro, sea la madre, sea el padre (de hecho ambas funciones se juegan en eso que Lacan llamó la metáfora paterna). Pero no sólo es el Otro el que posibilita el ser del sujeto, sino el otro de la relación especular, el otro que se presenta en la imagen propia del espejo entre los seis y los dieciocho meses de edad; esa imagen en realidad no es propia, sino que el sujeto tendrá que hacer un movimiento para apropiársela como suya, y lo hace con intermediación de la madre las más de las veces cuando esta le dice que ese que está ahí enfrente – señalando la imagen en el espejo, es él. ¿Se dan cuenta de lo psicotizante que puede ser esto leído a la letra?, es decirle al niño que una imagen, que como tal está fuera, es él mismo; cuando en todo caso sería más honesto decirle al niño “ese de ahí es tu imagen”, pero cuando se le dice que ese, que el otro, es él mismo, lo que equivale a decirle “otro es yo”, así en ese orden (“ese eres tú”), el niño encuentra que la única posibilidad de ser para el Otro es por medio del otro, o sea de la imagen que lo representa para quien lo mira; ahí el niño tendrá que intentar avenirse a esa imagen que además lo supera y lo rebasa en tanto que se le muestra como una Gestalt, como una unidad acabada, como un cuerpo completo, cuando él todavía ni siquiera tiene pleno control de sus miembros y movimientos pues el desarrollo neurológico no lo ha llevado aún a ese punto de maduración. A partir de ahí el yo se constituirá desde el otro y lo imaginario será el medio por el cual tal operación será posible; es esta la estructuración histérica que hace que el deseo del sujeto sea el deseo del Otro. Desde entonces se deseará aquello que el Otro desee, no importa el objeto en sí mismo, importa que lo que esté ahí tenga la cualidad de ser deseado y eso el sujeto lo sabe porque el otro se lo apropia, es decir, lo priva a él. Baste la observación del juego en los niños pequeños donde uno de ellos puede jugar con un carrito, otro niño que ve al primero jugar pedirá el carrito para jugar con el; estas escenas tal vez no les sean ajenas a ustedes, el segundo niño puede llevar esa demanda hasta los gritos iracundos y el pataleo en el suelo, pero si por alguna razón, ya sea por la intervención de un adulto o por mera decisión propia el primer niño le cede el carrito al segundo para escoger un nuevo juguete veremos de inmediato que el segundo niño abandonará en al acto el carrito para ir a pedir el juguete que ahora tiene el primer niño y no importa cuantas veces el primer niño ceda su juguete porque justo no se trata del juguete, del objeto material, sino de su deseo; no importa pues cuantos juguetes ceda cada vez, lo que no puede aprehender el segudo niño es el deseo del otro, sólo puede ubicarlo en relación al objeto al que se dirije y cuando él va en esa dirección (el juguete) encuentra que no era eso. Este movimiento metonímico, como el del nadador que intentando acercarse a una pelota sobre la superficie del agua la aleja cada vez más a cada brazada en la medida en que él se estaría acercando; de igual manera, el niño, y todo sujeto con él, se encuentra con una pérdida cuando avanza hacia lo que cree que es el objeto de su deseo; hay un resto que se produce en el encuentro con el objeto del deseo, ese resto es correspondiente al mismo deseo como resto de la demanda. Me explico: un sujeto puede demandar algo a alguien, y no importa que lo obtenga ni en que medida lo obtenga porque siempre en la experiencia de tener lo que se demandaba se produce un desencuentro entre la satisfacción que la posesión del objeto produce y la expectativa de satisfacción que de ello se tenía. No importa qué tanto deseen a alguien, no importa cuan idealizada esté la imagen de ese otro que es siempre “el mejor” o “la mejor”, “el más guapo” o “la más guapa” del enamoramiento, cuando creen que realizando el encuentro no les hará falta nada ni nadie más, en la medida en que le tengan (si es que en realidad le tuvieran), verán que en algún punto, en algún momento, no es todo lo que esperaban de él o ella. El dicho “pareces niño con juguete nuevo” denuncia esta cuestión hasta el punto de anunciarnos también que ese bello objeto del deseo está destinado a ser desechado; así pues, la satisfacción es siempre fallida. El placer esperado de la demanda nunca se corresponde con el obtenido y en ese punto es donde se produce y se ubica el deseo como un resto inaprensible de la demanda, por eso el deseo es indestructible, podrían ustedes llenarse de todos los manjares, llenar sus cuentas bancarias con todos los ceros a la derecha, saciarse con cuantas mujeres o cuantos hombres según preferencias y casos quisieran y verán como siempre desearán más, algo nuevo, diferente, mejor. Pero lo mejor no existe si no es a condición de una mera imagen de la imposibilidad (de satisfacer todo) donde la felicidad encontraría cabida. En el ejemplo anterior no se trataba de que un juguete fuera mejor que el otro, sino de que hay otro que nos muestra como apetecible un objeto por su disfrute con él, ¿pero qué sabemos en realidad si el otro es feliz y en verdad disfruta de sus objetos? Eso lo supenemos porque creemos en el bien del bien, es decir, confiamos en que un bien, en tanto objeto, nos posibilita un bien en tanto satisfacción. Ahí está todo el discurso de la publicidad y la globalización que promueven el objeto de consumo como una posibilidad de la felicidad. Conocemos como goce esta posición de desencuentro en donde se encuentra el sujeto que frustrado y privado del Objeto se empeña angustiosamente en conseguirlo creyendo que lo que remedia su falta es intrínseco al objeto del consumo. El Bien sería entonces aquello que satisface al sujeto y lo hace feliz. La cuestión es saber si se puede satisfacer todo lo que se desea sin consecuencias. Tenemos entonces esta imposibilidad en dos planos: 1.- En el sentido de que en sí misma la satisfacción, decíamos, es fallida, no encuentra lo que busca, sino siempre otra cosa, y 2.- Cuando aparece el otro aparece también un obstáculo a la satisfacción ya que o bien ahí encuentro mi límite en tanto no puedo disponer del otro como me venga en gana cuando el otro es el objeto de mi deseo (Sade, Kant) o bien, el otro me anuncia mi falta incalmable al deslizar la satisfacción de mi deseo en el movimiento metonímico del deseo del otro en la posesión del objeto del que me priva. En este último punto retomamos la función de la Ley. Aquí por ejemplo nadie debe tomar nada que no sea suyo, eso se llama robar. Para asegurarnos que el más fuerte no se valdrá de la violencia para despojarnos de lo nuestro es que hemos creado las instituciones que monopolizan tal uso de la fuerza y la violencia (¡y qué brutalmente bien lo están haciendo en México!), y es que sabemos de alguna forma que basta con que mostremos interés o amor por algo para que otro venga y se interese por lo mismo. Entonces este acuerdo que hace Ley, es un acuerdo de renuncia, aceptamos renunciar a tomar lo que nos plazca, con toda la fuerza placentera de esta palabra, a condición de que el otro, el resto del grupo se abstenga también de ese placer que implica despojarnos de lo nuestro. La propiedad privada, como un icono del discurso capitalista, la leemos así en su literalidad, es decir que es privada, privada al otro. Si leemos en una barda a la que nos acercamos o en algún lugar por el que pretendemos pasar “propiedad privada”, es que eso va dirigido justo a nosotros, o sea, que nosotros somos lo que estamos privados de esa propiedad que como tal le es propia al otro, nos anuncia como ajenos a ese bien del otro que lo posee; vean que no hay pleonasmo en esto. Así, nos hace bien privar al otro, no prestarle el carrito, en la medida en que no podemos ceder todo el tiempo el juguete (léanlo como quieran o pongan lo que quieran en lugar del juguete, jueguen como quieran con eso y verán que no será menos serio). Imagínense ceder todo el tiempo a la demanda del otro; bueno, eso pasa a algunos sujetos que llegan al análisis con ese problema, no pueden decir que no y se agotan en intentos interminables de hacer un poquito feliz al padre, a la madre, a su pareja, al maestro, en suma, al otro. Por otro lado si alguien quisiera procurarse toda satisfacción a costa incluso del otro, encontraría siempre en algún punto su perjuicio. Si quisiera procurarme todo cuanto se me pegue la gana, incluyendo al otro, violando así el acuerdo del grupo, será precisamente en detrimento de mi laso con el otro, sería la expresión más rotunda del “o yo o el otro” donde apostaría sólo por el “yo”, es el punto de aniquilación imaginaria donde no hay lugar para dos; pero el problema es que si no hay otro tampoco puede haber yo. Esto opera así tanto para la subjetividad donde no se puede producir un yo sin el otro que me presente su imagen para constituirme aunque sea justo por intentar diferenciarme de él, o asemejarme a él, como tanto para la praxis diaria que enseñó al ser humano desde hace ya mucho que el hombre en grupo tenía más posibilidades de sobrevivir que el que está aislado. La vía de salida a tal imposibilidad de “o yo o el otro”, posición naturalmente aniquiladora donde el psicoanálisis encuentra la pulsión de muerte, es la palabra. En la medida en que hay palabra que el caos imaginario puede ordenarse por la función simbólica para permitir la coexistencia donde no tenga que aniquilar al otro para pode ser yo, pues ya vimos que eso precisamente es lo mismo que me aniquilaría a mí mismo. El ser, es pues el efecto de una relación de dos, el ser es efecto de la palabra del Otro que me permite un lugar en tanto que hay acuerdo, entendimiento, donde un significante podrá representarme ante otro significante, es la posibilidad del nombre, esa función tercera que me acomoda para ser Fulano o Megano, siempre en relación al Otro y al otro. El malestar de la satisfacción imposible que la cultura impone es el precio que pagamos por ser. El problema surge entonces cuando no hay función simbólica que regula a la imaginaria. Si el sujeto queda atrapado por la relación especular donde ubicamos al “o yo o el otro”, entonces se emprende el camino del aniquilamiento, del aniquilamiento del otro que no será otro más que el propio. Aquí el otro aparece como lo más peligroso para el yo en tanto que justamente no hay acuerdo que medie entre ambas posiciones donde la pulsión de muerte toma las riendas. Ahí el sujeto no puede tomar otra posición que no sea la de reivindicación, la reivindicación de su propio bien señalando precisamente el mal del otro como el Mal en el otro. Asistimos así a la caricatura más terrible de nuestro tiempo donde se pregona que por el Bien (del país, de la humanidad, de la moral y buenas costumbres, etc.) se permite todo para la aniquilación del Mal del otro. Asistimos a la institución de la cultura del Mal, puesto que se sostiene exclusivamente en su intento de eliminarlo por cualquier vía, (¿han notado ya cuantos vehículos militares transitan por las calles de la ciudad de México?). Asistimos a la institución de una Ley perversa que más que prohibir en función de un bien, permite todo en función del Mal dictando así cual es el Bien para todos. Es este el imperativo categórico kanteano, es la posición perversa en la que el sujeto perverso impone su goce como universal al punto de permitirse gozar del otro y es también la posición del buen samaritano que impone el Bien para todos anulando al sujeto desde el precepto de “hacer el bien sin mirar a quien” y del de “ama a tu prójimo como a ti mismo”, anulando así la singularidad donde cualquiera sería merecedor por orden divina de mi amor, sin distinción, ¿qué entonces quedaría de valioso en el amor para ofrecer al otro si es un amor que ofrezco y doy a cualquiera, sin mirar a quien?, ¿o cómo podemos amar al otro, deseándole su bien como a nosotros mismos si estos se excluyen? Efectivamente hay malestar en la cultura, ese no es gran problema si el sujeto puede asumir desde otra posición que no sea la de gozante lo que siempre le hará falta por vivir en sociedad, lo que hoy en día (pero no solamente hoy), aparece como un gran problema es la tendencia a aniquilar todo malestar con la imposición del Bien supremo y universal que implica la aniquilación del otro, tendencia que implica la aniquilación misma del ser, que impone no un ser de la Ley, sino que cosifica al sujeto cuando lo hace serie del grupo, cuando le im-pone un goce, es decir cuando no se trata más de ser sino de estar, estar como cosa dentro de la Ley, estar gozando por el Bien de Otro, vean como no es más el deseo inaprensible que pasa de un objeto, de un bien al otro metonímicamente como en el ejemplo de los niños del carrito, sino que ahora aparecería El Objeto del bien, el bien (del consumo, de la posesión, de la satisfacción y el placer) sino que ahora ese Bien estaría materializado en la destrucción del otro, sería como si el segundo niño que ante la frustración continua de no poder aprender el deseo del otro en sus objetos se lanzará, no ya en busca de esos objetos, sino en la búsqueda del otro de los objetos para destruirlo al no poder ubicar su deseo desde el deseo del otro. “Si no puedo asumir mi deseo por el tuyo y si tu bien me anuncia mi ruina y mi mal, entonces te destruyo”. Ahí el sujeto se ocupa más del otro que de sí mismo y convierte al otro en objeto, objeto de su furia de la frustración y la privación, objeto de su imposibilidad de ser sin falta. Es la posición de la insoportabilidad de la imposibilidad del otro que no es más que mi espejo. Cuando s intenta romper el espejo por el Mal que anuncia su imagen las consecuencias son cataclísmicas, ya se ha intentado antes, en uno de esos últimos intentos que hubo alguien escribió “No puede haber dos pueblos elegidos. O ellos o nosotros. Estas pocas palabras deciden todo” y acabó pegándose un tiro en la cabeza al mismo tiempo que mordía una cápsula de cianuro en la penumbra de un búnker bombardeado por la artillería rusa. Si Shakespeare declaró que la cuestión era ser o no ser, actualmente se despliega una dialéctica del ser o estar; esa es la cuestión. Un sujeto podrá ser haciendo algo (o sea como efecto de sus actos) en relación a su mal estar en la cultura, será siempre mejor que estar en el Mal de la cultura, que estar mal en la cultura, que vivir una cultura del Mal que sólo deja lugar a mal estar.

LA DESDICHA
Por: Virginia Hernández Ricárdez

LA DESDICHA “Si por una suerte extraña atravesamos la vida encontrándonos solamente con gente desdichada, no es accidental, no es porque pudiese ser de otro modo. Uno piensa que la gente feliz debe estar en algún lado. Pues bien, si no se quitan eso de la cabeza, es que no han entendido nada del psicoanálisis”. LACAN Supongo que el tema de la desdicha era más que obvio si del Malestar en la Cultura se trata, Sigmund Freud en ese escrito que hoy nos convoca a trabajar, advirtió que estamos hechos de tal forma, que todo en nuestra naturaleza nos invita al sufrimiento. De hecho iniciando el trabajo afirma: “La vida, como nos es impuesta, resulta gravosa: nos trae hartos dolores, desengaños, tareas insolubles. Para soportarla, no podemos prescindir de calmantes. “ 1 Imagino que por eso estamos aquí. Para distraernos de nuestras propias adversidades, o como mejor diría Freud citando a Voltaire, intentando cultivar nuestros propios jardines. Y aunque Freud insiste en la idea de que no hay en la creación las disposiciones necesarias para que el hombre sea dichoso, después nos muestra como los seres humanos podemos aspirar a una cierta cuota de felicidad si somos capaces de renunciar o cuando menos atemperar nuestros anhelos. Supongo que por eso somos tan dados a decir: “Poquito porque es bendito” o “De lo bueno poco”. Pero cuando hablamos de nuestra naturaleza y concretamente de naturaleza humana, estamos diciendo una barbaridad, pues no hay en nosotros nada natural. Precisamente el gran descubrimiento de Freud es 1 Freud Sigmud. El malestar en la cultura en Tomo XXI. OBRAS COMPLETAS Ed. Amorrortu. 1976. Pág. 75 www.colegiodepsicoanalisislacaniano.com /Memorias/ Tercer Coloquio de Etnopsiquiatría y Etnopsicoanálisis 2 que no hay nada en el hombre que escape a las leyes de la palabra. Por ello es que su adaptación natural está totalmente desbarajustada. Una vez que el hombre, tiene la fortuna de encontrarse con los significantes del Otro, o debería decir, de tener su encuentro con el lenguaje, queda para siempre atrapado, trastocado, condenado a padecer la desdicha de no poder decir lo que su corazón anhela, o la desdicha de hablar más de lo que quiere, o la desdicha de no saber lo que dice, o la desdicha de no entender ni que dijo, ni para quien lo dijo. O sea atrapado en los dichosos malentendidos del lenguaje. Malentendidos que son el fundamento mismo del discurso humano. Y digo dichosos, porque la Verdichtung, la ley del malentendido, es lo que nos permite a decir de Lacan sobrevivir, o hacer varias cosas a la vez. Y mucho más, porque ese lenguaje es el que posibilita la Ley de simbolización que organizará nuestras vías de acceso a lo permitido y lo prohibido. Y por supuesto que ni de chiste me voy a meter en el tema de la ordenación social a partir de lo que Freud desarrolló en Tótem y Tabú, porque de eso ustedes son más que expertos. Así que volviendo al malentendido fundamental, el lenguaje altera la relación humana con la realidad. No hay otra realidad más que la original y radicalmente alucinada. El lenguaje produce ciertas alteraciones, perturbaciones en el sujeto, para empezar la relación que mantiene con su propio cuerpo, piensen en el síntoma por ejemplo, y de las cuales la principal alteración, es el deseo. Y ese deseo a su vez nos lleva, como en un círculo vicioso a anhelar lo imposible. Porque buena parte de nuestras congojas se basan en que aspiramos a abarcar el Todo, sueño de tenerlo Todo, surcamos por el mar de lo imposible y nos encontramos con que nuestro sueño, no es más que eso, un sueño. Freud, nos descubrió que los sueños también hablan, pero que no porque hablen entendemos lo que dicen, lo que quieren decir, por el contrario, para saber lo que un sueño quiere decir debe ser interpretado. En palabras de Lacan: “Y para ello se necesita de otro, pues el inconsciente es esencialmente palabra, palabra del otro, y sólo puede ser reconocida cuando el otro se la devuelve a uno.” 2 Freud nos enseñó además, que el inconsciente no es instintivo, y no es equivalente al saber cierto e inequívoco del instinto que permite sobrevivir al animal en su necesidad natural. Por ello es que el inconsciente a diferencia del instinto es de forma primordial des adaptativo. Podríamos decir que a diferencia del instinto su respuesta es más bien no adecuada y por supuesto no adaptada. En realidad, somos una bola de inadaptados. Y por ello sostiene Lacan en Televisión: “Sólo hay inconsciente para el ser hablante, y es en el campo del lenguaje que Freud descubrió el inconsciente.” Pero como es que llegamos a introducirnos en el mundo del lenguaje. Tenemos varias formas de explicarnos eso, yo elegí para ustedes un conocido trabajo de Freud, que se encuentra en el capítulo II de “Más Allá del principio del placer” de 1920, allí habló de un momento constitutivo para el sujeto, el momento que todos conocemos como el juego del fort-da, y que Freud descubrió de forma magistral como un juego simbólico fundante para el sujeto. Se trata de la conocida observación que hace Freud de su nietecito, un niño de apenas 18 meses de edad, quien como todos los niños de esa edad tenía la costumbre, que a todos nos resulta bastante enojosa, de arrojar lejos de sí todos sus juguetes. “Juega” entonces a que los objetos desaparecen. Muy pronto aparece otro juego un poco más sofisticado, que consiste en arrojar un carretel y volverlo a jalar hacía sí, con un hilo (una piola) al que está atado. Mientras hace esto, acompaña a su juego diciendo “o-o-o-o” cuando desaparece y “a-a-a” cuando vuelve a aparecer, Freud se da cuenta que no se trata de una simple interjección, sino de lo que él traduce como Fort- da. (Se fue-Acá está) Así que el juego completo, es de desaparecer y volver a aparecer. Freud comprende a partir de la observación de este juego, que el niño alcanza un gran logro cultural y cito: “La interpretación del juego resultó entonces obvia. Se entramaba con el gran logro cultural del niño: su renuncia pulsional (renuncia a la satisfacción pulsional) de admitir sin protestas la partida de la madre”. 3 El logro cultural se efectúa a partir 2 Lacan Jacques. SEMINARIO 3 LAS PSICOSIS. Ed. Paidós. Buenos Aires Argentina. 1984. Pág. 348 3 Freud Sigmund. OP. CIT. Pág. 115 de una renuncia. ¿Cuántas más tendrá que hacer ese niño para insertarse en la cultura? Y Freud no se detiene allí, sabe que el niño juega a que la madre desaparece, pero se pregunta: ¿por qué tendría que jugar a eso si le es displacentero, si es traumático? El niño no solamente ha hecho una renuncia pulsional, digamos un sacrificio, sino que a través del juego, el niño escenifica por sí mismo, con los objetos a su alcance, la ausencia de la madre, y a este juego lo podemos pensar de varias formas, una de ellas es que el niño antes pasivo por la ausencia de la madre ahora es activo, otra que en el acto de arrojar el objeto se está vengando de la madre, pero lo más importante, y es a la conclusión que llega Freud, es que el juego, por más que lo que se juegue sea desagradable, se repite porque está conectado a “una ganancia de placer de otra índole”. Eso que Freud vislumbra como el más allá del principio del placer. Si no todo está inscrito dentro del principio del placer, si no todo entra dentro de las de leyes del proceso primario, hace falta que se cumpla una tarea para que este proceso empiece a funcionar. El niño necesita transformar un hecho Real, traumático, como es la ausencia de la madre, su partida, en el registro simbólico, registro significante que permitirá su inscripción. El niño tiene que inscribir la partida de la madre, transformarla en palabras, registro significante: fort-da, primera oposición significante, sobre la que después se podrán operar todas las leyes del proceso primario: condensación, desplazamiento, transferencia. Lacan insiste además en que fascinados por ese momento, en el que el niñito juega y de ese modo se está ejercitando en la aprehensión del símbolo, tendemos a olvidar que: “el símbolo ya está ahí, por todas partes, que el lenguaje existe, que llena las bibliotecas, las desborda, rodea todas nuestras acciones, las guía, las suscita, nos compromete.” 4 Así que un sujeto, en este caso el niño tendería a repetir algo que de ninguna manera podría ser placentero, porque hay algo que hace suponer un más allá del principio del placer. Un más allá de lo simbólico. 4 Lacan Jacques, OP. CIT. Pág. 119 www.colegiodepsicoanalisislacaniano.com /Memorias/ Tercer Coloquio de Etnopsiquiatría y Etnopsicoanálisis 5 Por su parte Lacan siguiendo a Freud, plantea que más allá del principio de placer lo que hay es una dimensión de goce, y que justamente en el juego del fort-da, lo que vemos es una situación displacentera en la que el niño aprende o descubre con su carretel, pequeña máquina, incipiente diría yo, a dominar el goce y a obtener placer. De este modo nos propone que el fantasma es un artilugio, una máquina para transformar goce en placer, o mejor dicho, para domar el goce. Y Lacan señala que el lugar del niño en ese fantasma es del de ser el objeto. El niño se identifica con el carretel. Juega a que es él quien puede desaparecer para el Otro. El niño se ofrece como el primer objeto para cubrir la carencia del Otro. Pero por la vía del fantasma, se ofrece como pérdida, -¿puede perderme?- (es la pregunta planteada por el niño al Otro). Y que por supuesto Freud acota en una nota a pie de página, en donde relata que una variante del juego, consiste en que el niño había encontrado un medio para hacerse desaparecer a sí mismo, gracias a un espejo. Con lo cual ahora puede recibir a su madre con un Bebé o-o-o-o. o lo que es lo mismo. Bebé no tá. Lacan, con una afirmación un poco más fuerte afirmó: “El fantasma de su muerte, de su desaparición, es el primer objeto que el sujeto tiene para poner en juego en esta dialéctica y, en efecto, lo hace. … Sabemos también que el niño evoca comúnmente el fantasma de su propia muerte en sus relaciones de amor con sus padres.” 5 Y podemos confesarlo, bueno no aquí, cuántos de nosotros llorábamos fascinados imaginando el dolor de nuestros padres ante nuestra muerte. En realidad se trata de una falta que cubre a otra falta. Así que como vemos no hay modo de entrar en lo simbólico, en la cultura, y en el fantasma sin renuncia pulsional, sin separación de la madre. La renuncia pulsional descubierta por Freud, habla de una renuncia al goce del Otro, pero una renuncia que se efectúa no sin cierta renuencia por parte del sujeto, no sin dolor. Por ello persiste una permanente nostalgia, la búsqueda de una satisfacción imposible. De allí que como bien observó Freud, la mayoría de los seres humanos, quieren alcanzar la dicha, conseguir la felicidad y mantenerla. 5 Lacan Jacques. SEMINARIO 11 LOS CUATRO CONCEPTOS FUNDAMENTALES DEL PSICOANÁLISIS. Ed. Paidós, Buenos Aires Argentina, Pág. 222 www.colegiodepsicoanalisislacaniano.com /Memorias/ Tercer Coloquio de Etnopsiquiatría y Etnopsicoanálisis 6 Pero y que pasaría si no hubiera Otro que interprete lo que el niño ha dicho. Si su grito quedara resonando en un silencio sordo. Porque en el juego del Fort-da, Freud establece con toda claridad que es el juicio de la madre quien valida lo que el niño ha dicho. Y Lacan insiste una: “palabra es palabra en la exacta medida en que alguien cree en ella”. 6 Se ejercita entonces una escucha, un posicionamiento del Otro en relación a la interpretación que puede hacer de lo que el niño dice. Aunque eso que se escuche pase a ser su maldición, su mal dicción, su mal dicho, o aquello que se mal dijo, y que lo deje para siempre sin poder entender de que se trata su destino. Pero si eso no sucede, si el Otro decide permanecer sordo, sin capacidad para escuchar una significación anticipatoria. Sea porque no puede o porque no quiere. Y si pensamos que no hubo corte con el Otro, o lo que es lo mismo, no hubo renuncia pulsional, entonces estamos hablando de un sujeto atrapado en un lugar terrorífico, el de ser un puro objeto entregado al goce del Otro. Prisionero de una palabra que se convierte en ley, palabra única, la de una madre o un padre, el sujeto queda preso en su totalidad, en una cadena significante primitiva que prohíbe la apertura dialéctica. Y entonces sí que podemos hablar del Todo, seres completos, sin falta, inmortales como diría Borges, con un acceso total al saber, saber de un organismo sin pérdidas, certeza de saber que el Otro goza de él, sin renuncias, en un mundo donde las palabras adquieren una extraña pero sólida significación. En donde no hay desdicha, pero tampoco dicha posible, simplemente porque no hay dichos ni desdichos, lo único que hay es aquello que acosa: lo real del goce. Ese goce que la vida actual nos acerca cada vez más. Ya sea en la forma de voces descarnadas, feroces, obscenas que nos ordenan lo que debemos hacer y/o pensar. O en la forma de objetos de goce a nuestra disposición. Goces que enmascaran nuestra más profunda soledad, para dejarnos expuestos a una soledad más terrible, soledad incestuosa, que nos deja adheridos a la Cosa, al vacio de Das Ding. Cuando la palabra extravía su sentido, cuando la palabra no se escucha, cuando el Otro permanece indiferente. 6 Lacan Jacques. SEMINARIO 1. Ed. Paidós, Buenos Aires Argentina. Pág. 264 www.colegiodepsicoanalisislacaniano.com /Memorias/ Tercer Coloquio de Etnopsiquiatría y Etnopsicoanálisis 7 Se tratará entonces de desdecirnos de nuestras desdichas, o de encontrar otra forma de pensar nuestra desdicha, porque no hay mejor opción para disfrutar del principio del placer que aquel que supone un cierto margen de desdicha. Aceptar que cada uno cargará con su cuota de tristezas o de renuncias, no atempera nuestro anhelo originario, apasionado dirigido hacia el cumplimiento de la única dicha posible: La de renunciar al Todo y por tanto a la inmortalidad. Quizás el mayor descubrimiento freudiano es que el fantasma o debería decir la posibilidad de elaboración de la fantasía para utilizar los términos que utilizaba él, la elaboración de sueños diurnos, le permiten al sujeto la posibilidad de acceso a un goce permitido; habría que preguntarse si la civilización actual con sus nuevas formas de consumo impide que el sujeto elabore fantasías en la medida que sólo actúa mecánicamente, de forma hueca, vacía. Y de pronto me siento con una profunda nostalgia por los tiempos en que solíamos sentarnos por las noches a escuchar a los viejos de mi tierra. Cobijados por la oscuridad oíamos historias que nos permitían comprender nuestro lugar en el mundo, a veces con muchas risas, en otras, las más, con mucho susto, nostalgia por los cuentos, las narraciones, las historias, los mitos, palabras que nos permitieron a la vez construir nuestras propias fantasías, elaborar nuestros sueños diurnos. Y hoy me pregunto si no será necesario enseñar a contar, a narrar para poder hilar en el tejido de la historia nuestras futuras dichas o desdichas. Virginia Hernández Ricárdez

bottom of page